En el Foro Económico de Davos, nido del progresismo y cuna de las ideas más distópicas, donde lo «woke» encontró un terreno fértil, se vivió un contraste contundente. En ese escenario, personajes como el inefable Pedro Sánchez, presidente del gobierno español y «dictador» socialista de nuevo cuño, exigían más control sobre las redes sociales y mayor intervención del Estado. En el lado opuesto, Javier Milei, el «rock star» el «extraño de pelo largo» que llegó a la presidencia de Argentina, se atrevió a decir afirmaciones que incomodan y que desnudan a la izquierda: el progresismo, y su mutación la cultura «woke», engañan, mutilan, utilizan, corrompen y, sobre todo, viven del Estado.
Dicen que la valentía de un pueblo se mide por su capacidad de soportar las verdades que se le dicen. Partiendo de esta premisa, lo de Javier Milei en Davos fue una transfusión de verdades directa a la vena: una revolución contra lo políticamente correcto y un baño de realidad en la cueva misma de las ideas más bastardas e irracionales que la humanidad ha abrazado en los últimos 30 años.
En este cónclave globalista, que cada enero reúne a más de 3.000 líderes, el de este año tuvo un carácter especial. La derecha patriótica experimenta un renacer más que notorio. Líderes como Javier Milei, Donald Trump, Santiago Abascal, Giorgia Meloni, Viktor Orbán, Nayib Bukele y Benjamín Netanyahu están dando un nuevo brillo a la batalla cultural. Sobre todo, están dejando en claro que la verdadera revolución está del lado de la nueva derecha, no de los tibios o de aquellos que se autodenominan «centro-derecha», cobardes funcionales al progresismo y a la izquierda, como el Partido Popular de España. El centro es la guarida de los tibios, y ya sabemos a dónde conduce la tibieza en política: a la nada misma.
El presidente de Argentina no se guardó nada. Aquí algunos ejemplos de afirmaciones que definen conceptos clave y que, espero, despierten a muchos «corderos» adictos a lo «woke»:
• “Lo ‘woke’ es un virus mental, esa es la gran epidemia de nuestra época, y debe ser curada. Es el cáncer que hay que extirpar.”
• “Feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo único fin es justificar el avance del Estado.”
• “La ideología de género constituye abuso infantil. Son pedófilos. ¿Quién avala esos comportamientos?”
• “Nuestra primera cruzada, la más importante si queremos construir una época de oro, tiene que ser la reducción drástica del tamaño del Estado y de todos los organismos supranacionales.”
• “El feminismo radical es una distorsión del concepto de igualdad. La igualdad ante la ley ya existe en Occidente; todo lo demás es búsqueda de privilegios.”
Después de la intervención de Milei, siguió Donald Trump. Para la izquierda, aquello debe haber sido una pesadilla: tanto tiempo siendo dueños de la «verdad absoluta» y de lo políticamente correcto, y ahora su castillo, basado en el engaño, el buenismo y las medias verdades, comienza a derrumbarse.
Nada está dicho aún; ellos se aferrarán al Estado y a nuestros impuestos como garrapatas, porque tienen mucho que ocultar. Es menester acabar con la cultura «woke» por el bien de la familia, por el bien de los niños y de la sociedad.
(*) Analista Internacional