Por: Martín Valdivia R.
Un legado que importa
Ayer nos emocionamos al ver cómo el surf peruano obtuvo 7 medallas, una tras otra: una de bronce, tres de plata y tres de oro. Sin duda el surf es un deporte que le ha dado grandes satisfacciones al Perú desde que Sofía Mulanovich abriera sus secretos al común de los peruanos, convirtiéndolo en un deporte más al alcance de todos. Dos de estos destacados deportistas consiguieron, además, clasificarse a las Olimpiadas de Tokio 2020. Será la primera vez – así como en los Panamericanos – que el surf será parte de esta fiesta deportiva.
Aparte de los logros deportivos (que ya es un hecho histórico al obtener – hasta ayer – un total de 23 medallas), nos queda la gran infraestructura que dejarán estos juegos como legado. Será, estamos seguros, un punto de quiebre para el deporte nacional, con escenarios imponentes que están catalogados como los mejores de la región y, por qué no decirlo, del mundo.
Hasta antes de los Panamericanos muchos deportes no tenían escenarios deportivos apropiados. De hecho, nuestros ciclistas practicaban su deporte sobre cemento. El voleibol no tenía un escenario propio y la natación se limitaba a utilizar las viejas piscinas del Campo de Marte, sólo para poner tres ejemplos. Hoy esa situación ha cambiado. El surf cuenta con una impresionante infraestructura en Punta Rocas, el atletismo posee un espectacular estadio, el Polideportivo del Callao ahora será la casa del voleibol peruano, entre otros monumentos deportivos que son todo un orgullo tenerlos.
Sin embargo, hay que ser muy celosos para la administración y mantenimiento de los mismos una vez terminados los Panamericanos. Allí juega un papel muy importante el Instituto Peruano del Deporte (IPD), pues será este ente – o al menos debería serlo – el que se encargue de entregar estos escenarios a federaciones, municipios y regiones. Ahora bien, ¿estarán en capacidad de mantener esta infraestructura estas instituciones? Esa es la gran pregunta.
Aquí el IPD tiene que ser muy celoso, pues debe de entregar esta infraestructura a organizaciones sólidamente estructuradas. Sería terrible que de aquí a dos o tres años veamos estos coliseos destartalados, sin butacas, con baños destrozados y canchas en pésimo estado, como suele ocurrir en nuestro país. No descartemos que sea un consorcio privado el que se encargue de administrar y mantener estos colosos. De esta manera garantizamos que este legado permanezca en el tiempo y sirvan para muchas generaciones. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.