El expresidente boliviano competirá en las elecciones del 17 de agosto con el Frente para la Victoria, pese a estar inhabilitado.
El expresidente de Bolivia, Evo Morales, formalizó su renuncia al Movimiento al Socialismo (MAS), partido que lideró durante 26 años, para lanzar su candidatura presidencial con el Frente para la Victoria.
Esta agrupación, sin representación parlamentaria, será su plataforma para competir en las elecciones generales del 17 de agosto, pese a estar inhabilitado por la Constitución boliviana, que limita a dos los mandatos presidenciales.
Lee también
Ministerio de Vivienda evalúa viviendas dañadas por lluvias en Ica
Morales, quien gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, anunció su candidatura el pasado jueves, marcando un nuevo capítulo en su carrera política.
El MAS, actualmente en el poder bajo la presidencia de Luis Arce, se dividió entre «arcistas» y «evistas» tras el fallo del Tribunal Constitucional que entregó el control del partido a los afines de Arce en noviembre pasado.
El exmandatario acusa al gobierno de Arce de desatar una «persecución judicial» en su contra para impedir su participación electoral.
Desde octubre, Morales se encuentra resguardado por sus partidarios en el Chapare, su bastión político en Cochabamba.
Además, enfrenta una orden de aprehensión por no presentarse a citaciones judiciales relacionadas con un presunto caso de abuso a una menor.
A pesar de los obstáculos legales y políticos, Morales insiste en competir en las elecciones, buscando recuperar el protagonismo que tuvo durante más de una década.
Su candidatura con el Frente para la Victoria representa un desafío no solo para el MAS, sino también para el sistema político boliviano, que podría verse sacudido por esta nueva polarización.
La renuncia de Morales al MAS marca el fin de una era para el partido que lideró durante más de dos décadas.
Sin embargo, su decisión de competir con una nueva agrupación demuestra que sigue siendo una figura clave en la política boliviana, dispuesta a luchar por su regreso al poder.
Este movimiento podría redefinir el panorama electoral boliviano, generando incertidumbre y expectativa en un país que aún busca estabilidad tras años de tensiones políticas.