A poner las barbas en remojo.

por | Ago 26, 2019 | Opinión

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                             A poner las barbas en remojo

      La captura del gobernador de Puno, Walter Aduviri Calisaya, nos trae una gran reflexión: Que todos los líderes incendiarios que pretenden alzarse como adalides de las protestas callejeras (teniendo como objetivo, casi siempre, un puesto político futuro) vulnerando el estado de derecho y la tranquilidad pública, deben de ser castigados con todo el rigor que exige la ley, sin contemplaciones, imponiendo el principio de autoridad tan manoseado estos últimos meses.

Aduviri es acusado como coautor no ejecutivo del delito contra la tranquilidad pública en el caso  “Aymarazo”, levantamiento que se produjo en Puno en mayo del 2011, luego de promulgarse el Decreto Supremo 083 durante el segundo gobierno de Alan García. La norma autorizaba las operaciones de la empresa canadiense Bear Creek Mining Corporation y su proyecto minero Santa Ana en el distrito de Huacullani, provincia de Chucuito.

El actual gobernador fue el cabecilla visible de las protestas callejeras que el 26 de mayo de 2011 incluyeron los incendios de los locales de la Contraloría General de la República, la Gobernación y Aduanas. Y, claro, las operaciones de la mina se paralizaron, Puno perdió una inversión millonaria y el Estado se vio inmerso en un juicio por 30 millones de dólares en el CIADI, interpuesto por Bear Creek Mining Corporation, la minera canadiense afectada.

La orden de prisión y la captura de este señor debe ser un ejemplo para que otros aventureros, tipo Elmer Cáceres Llica, el desafiante gobernador de Arequipa, sepan que la justicia tarda pero llega, que ninguna aventura política que conlleve muerte y violencia debe ser permitido por el Estado y que el orden y la convivencia civilizada debe de primar antes que lo absurdo y lo ilegal. Bloquear carreteras, quemar locales públicos, perturbar la vida cotidiana de los pobladores debe de ser castigado sin contemplaciones.

Que estos líderes de barro, que utilizan estas asonadas como un trampolín en sus objetivos políticos de llegar a puestos cada día más elevados, sean notificados de una vez por todas que los peruanos estamos hartos de la violencia y que nadie volverá a amenazarnos con quitarnos la tranquilidad. Aduviri, quien se califica como «un hermano de a pie que promueve la filosofía andina y amazónica”, pague por el tremendo daño que le hizo al Perú. Es hora de desenmascarar a estos aventureros rojos que tienen un solo objetivo: Empobrecer cada día más al país para que siga viviendo de un discurso trillado y obsoleto. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.


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