Martín Belaunde Moreyra
Más allá de la discusión de si PPK y su canciller Aljovín actuaron bien o mal al invitar y desinvitar al tirano Maduro, una cosa queda clara: no debe haber marcha atrás. He escuchado muchísimas opiniones en uno y otro sentido: que jamás se debió invitarlo, que si lo invitó no cabía desairarlo, que se han violado tratados internacionales y pisoteado el régimen jurídico de la OEA, que sería contrario al Derecho Internacional impedir su ingreso al Perú y su participación en la Cumbre, etc.
La canciller Aljovín ha sustentado las razones por las cuales el Perú decidió declarar persona no grata a Maduro con el respaldo del Grupo de Lima. En esencia dijo lo siguiente: en noviembre del 2017, cuando se produjo la invitación formal, el avance dictatorial del régimen de Maduro no había culminado y se estaba por llevar a cabo un diálogo entre el gobierno y la oposición en la República de Santo Domingo, con la observación de Chile y México, después fracasado. Que, con posterioridad a ese fracaso, se fijó como fecha de las elecciones el 22 de abril, absolutamente prematura para una campaña libre. Esto fue tomado por el Grupo de Lima como una burla electoral y por ello a iniciativa del Perú, Maduro fue declarado persona no grata produciéndose el retiro de la invitación. Dicho desenlace fue abrumadoramente apoyado por muchos sectores dentro y fuera del Perú y no recibió mayores críticas del exterior, excepto de los gobiernos aliados de Maduro. Es indiscutible que la iniciativa peruana tuvo el respaldo del Grupo de Lima. De lo contrario no habría declarado públicamente en esta ciudad que respetaba la decisión del Perú.
El problema se suscitó con la provocadora frase de Maduro que él vendrá al Perú “llueve, truene o relampaguee”. Esa frase estuvo dirigida a su público interno con el objeto de consolidar su posición de liderazgo dentro dela dictadura venezolana. Obviamente también buscó incomodar al gobierno peruano y en cierto sentido lo consiguió. Pero, preguntémonos ¿Maduro habla en serio cuando dice que llegará al Perú por el medio que fuere? En ese caso, ¿cuál sería el medio? ¿Un avión militar venezolano? Se le negaría el permiso de vuelo obligándolo a regresar, con el riesgo que eso conlleva para él. ¿Un vuelo comercial? En ese caso al llegar al Perú no se le dejaría entrar con la obligación del retorno. ¿Se va a exponer Maduro a semejante humillación personal una semana antes de las elecciones? Lo dudo. Finalmente que llegue acompañando ados presidentes aliados en su avión oficial, digamos Evo Morales y Daniel Ortega. En ese caso se permitiría el ingreso de los acompañantes más no del acompañado. Eso obviamente implicaría un desaire y los otros dos se negarían a asistir a la Cumbre.
Ha quedado claro que la Cumbre Inter Americana proviene de un acuerdo político entre los gobiernos y no es un instrumento orgánico de la OEA. Por lo tanto, tal como lo dijo el ex canciller Wagner, no hay convocatoria sino invitación susceptible de ser retirada, lo cual desvirtúa el incumplimiento de normas internacionales. En tal virtud, solo le queda al gobierno peruano actuar con firmeza, frialdad y serenidad. Y obviamente no retroceder.