Por: Phillip Butters
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y debe repetirse incansablemente, presentándose una y otra vez desde diversas perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Si una mentira se repite puede hacerse verdad.
Por eso Vizcarra dice un millón de veces: “No me va a doblegar la fuerza de la corrupción”. Vizcarra se victimiza frente a fuerzas que no tienen nada que ver con sus propios errores y carencias. ¿Qué tiene que ver el Congreso con la mala gestión en Salud, tras la muerte de 30 bebés en Lambayeque? ¿Qué tiene que ver la cantidad venezolanos que están robando a diestra y siniestra, en la fuga de personas como el ‘hermanito’? ¿No fue el gobierno de PPK y de Vizcarra el que abrió las fronteras a los venezolanos? ¿Controla Migraciones los presupuestos de Salud y Educación? ¿Quién controla todo ello, el Congreso o Vizcarra?
Para entenderlo, seguiremos dando cuenta de los principios de la propaganda de Goebbels llevados al Perú.
Principio de vulgarización
Se basa en la premisa de que debe ser muy popular el mensaje, adaptando este al nivel menos culto de los individuos a los que va dirigido. Cuanto más sea la masa a convencer, más pequeño debe ser el esfuerzo mental a realizarse, para poder entender. Mientras más limitado es el conocimiento de la masa, más sencillo es atarantarla.
Ejemplo: el tema de la reforma política. ¿Acaso la gente entendió el principio de la bicameralidad? Simplemente se focalizó en que el enemigo son los aprofujimoristas y había que destrozar la posibilidad de que se reeligieran los congresistas. Cerraron la posibilidad de la bicameralidad, para que no se vuelvan a presentar los mismos legisladores en fórmula del Senado.
¿Creen que la gente se acuerda qué es la Constitución y cuál es la importancia de tener partidos políticos consolidados? Evidentemente que no. El 99.9% de periodistas no conocen derecho constitucional, ya se imaginan la masa o el pueblo.
Principio de la renovación
Acá se debe tener en cuenta que el objetivo es emitir constantemente informaciones de argumentos nuevos, a un ritmo tal que cuando el adversario responde, el público ya está interesado en otras cosas. La respuesta del adversario nunca debe poder contrarrestar el nuevo ataque.
Qué mayor ejemplo que el de Chávarry, con cinco acusaciones constitucionales continuas, 1,800 portadas de ataques en todos los grandes medios de comunicación. La última fue la revisión a las oficinas, que lo realizó uno de sus asesores cuando él estaba en la Fiscalía. Entonces, para el ideario popular, él es culpable de todo lo que pasó con los cuellos blancos ¿Él es el responsable de deslacrar una oficina, sabiendo que lo están grabando y cuando él tenía acceso a ella todos los días? Un absurdo. Pero se ha presentado tantas veces la imagen con el logo de El Comercio, que la gente cree que Chávarry mandó a abrir oficinas, cuando él estaba ahí ese día ante la vista de los policías que cuidan la Fiscalía. Hasta esa acusación contra Chávarry es una estupidez. Lo han presentado como blindaje a un corrupto, cuando los congresistas saben que Chávarry es un tipo intachable y que nunca ha cometido un delito.