Poema de Lilly Reiss
No me llevo nada.
Sólo algunos ecos, personajes que se acoplaron durante este andar, amables compañeros de la memoria, tercos algunos, en el camino del olvido.
Un espejo, cómplice del tiempo.
Una luna que guarda mis sueños y las confesiones de los abriles.
Muchas flores azules que me salvaron en cada partida.
La Gloria, en los bolsillos del traje negro.
Una soledad absolutamente amigable, casi agradecida con la nada y sus vivencias.
Una lengua que se extravió consciente, en el laberinto del paladar.
Reconocí en las esquinas a la causalidad.
E invente en la ventana, del marco de madera añeja, la lluvia.
La acera de enfrente, vistió en cada ocaso de mariposas lilas, para el alma.
Las palmas de las manos miraron siempre hacia arriba, acariciando la piel del cielo.
Los ojos se cerraron por instantes… ¡ Gracias Señor!
Fotografía fuente: Camelia Dina Dervily