Por: Omar Cheade
Hay quienes piensan que las elecciones del 26 de enero de 2020, en que los peruanos tendremos que elegir a los miembros del nuevo Congreso de la República, no es tan importante, y que solo será para cumplir con el formalismo constitucional de completar el período que faltaba de los ex parlamentarios disueltos. Otros señalan que los próximos congresistas serán jóvenes, casi pulpines, y que quince meses de gestión será como hacer una maestría acelerada en gestión pública. En uno o en otro sentido, creo que se equivocan quienes piensen o afirmen esto. El próximo Congreso que se elija, así sea breve en el tiempo, tendrá que tener una importancia estelar, no solo para poder sacarnos del hoyo político en la que, fatalmente, nos encontramos, sino también para poder evitar autoritarismos que puedan venir desde el propio poder ejecutivo, entre ellos, la idea de modificar el capítulo económico tipificado en la Constitución política. Jóvenes o experimentados que asuman la representación parlamentaria el próximo año, tendrán que entender su gran responsabilidad, aunque transitoria, de cara al futuro y a la viabilidad del país. El Perú no está para experimentos, ni para aventuras anti sistema, ni apuestas de
extremas izquierdas, ni de ultras derechas. El nuevo Parlamento tendrá la misión de ser el verdadero equilibrio democrático de poderes, el contrapeso del poder ejecutivo, el objetivo será pues, ni ser una mesa de partes del gobierno ni tampoco obstruccionista como el paupérrimo congreso que se fue disuelto por la puerta falsa. Las reformas políticas tendrán que continuar, y en ese sentido tratar de fortalecer la pobre institucionalidad existente, así como colaborar con derrotar la terrible inseguridad ciudadana que sufre la República. El tema educativo es otra de las grandes tareas pendientes, que tendrá, obligatoriamente, que tenderse puentes entre legislativo y ejecutivo para fortalecer un verdadero estado constitucional y social de derecho. No hay país, ni nación que se hayan podido desarrollar,ni salir del yugo de la pobreza, con la ignorancia. Todas las sociedades avanzadas, o desarrolladas han marchado de la mano de la educación. Por ello, este nuevo Parlamento a elegir el domingo 26 de enero próximo, será clave en la transición democrática, pero fundamentalmente en los destinos del país. Para ello los 24 partidos políticos, formalmente inscritos, y que están obligados a competir en estos comicios, tendrán el deber de seleccionar con mucho cuidado a sus nuevos candidatos. Que no se repita la misma historia, de preferir a sujetos que, por su sola posición abundante económicamente, sin interesar ni sus conocimientos, ni su experiencia, ni mucho menos su honradez, sean puestos en la lista de candidatos al Congreso. De ser así, el remedio será más caro que la propia enfermedad, y los resultados será obtener otra representación parlamentaria deplorable como la que fue disuelta. Así es que estamos advertidos, no perdamos el tiempo en gente que traerá problemas como muchos de los que acaban de irse. El Perú no lo merece, hagamos una patria grande.