Desde el 01 de febrero el Reino Unido ya no pertenece a la Unión Europea en aplicación del acuerdo Brexit y ahora comenzarán 11 meses de transición, en el que ambas partes negociarán cómo será su futura relación.
El Reino Unido siempre ha participado reticentemente en el proyecto de integración europea. En 1957, no estuvo entre los primeros firmantes del Tratado de Roma. Prefirió impulsar un proyecto alternativo, la EFTA (asociación de libre comercio con menos ambiciones de integración), a la que sólo logró atraer a pequeños países. Únicamente tras fracasar esta estrategia y constatar el mayor crecimiento económico logrado en el continente, solicitó su adhesión (en 1961). Tuvo entonces que enfrentarse por dos veces (en 1963 y 1967) al veto de Francia, que no deseaba compartir el liderazgo europeo del que disfrutaba junto a Alemania.
Lograda la incorporación, en 1973, el entusiasmo europeísta británico siguió siendo perfectamente descriptible. En la época de Margaret Thatcher, luchó con éxito por reducir sus aportaciones al presupuesto común, gracias al llamado “cheque británico”. Fue paladín de la ampliación al Este, como forma de diluir en un mayor espacio geográfico las posibilidades de profundizar en la integración. En cuanto a la moneda única, eligió mantenerse fuera. Asimismo, se ha opuesto tradicionalmente a las escasas políticas sociales puestas en marcha a nivel europeo y se ha mantenido fuera del área de Schengen.
Nada tiene de sorprendente, por tanto, que cuando se multiplican las grietas que resquebrajan el edificio europeo, éstas se manifiesten con especial virulencia en su pilar más débil. Ni los rescates bancarios y soberanos, ni la falta de crecimiento, ni la crisis migratoria, han contribuido a mejorar la popularidad de la idea europea. De este caldo de cultivo se han aprovechado los grupos antieuropeistas, para lograr por fin su objetivo.
¿Qué va a pasar?
Tres años y medio después del referendo en el que Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea (UE), el Brexit se formaliza. Este 31 de enero fue el último día de la sociedad y ahora comenzarán 11 meses de transición, en el que ambas partes negociarán cómo será su futura relación.
La aplastante victoria de Boris Johnson en las elecciones de diciembre de 2019 le garantizó al Primer Ministro británico suficientes votos para conseguir la aprobación del acuerdo de salida que ya había negociado con Bruselas.
El resultado fue incluso recibido con alivio en las capitales europeas, ponía fin a años de incertidumbre por causa del Brexit. Y en su discurso de victoria, Johnson prometió completar el proceso antes del 31 de enero de 2020. Pero, ¿qué es el Brexit?
Brexit es una abreviatura de las palabras inglesas Britain (Gran Bretaña) y exit (salida), y es el término acuñado para referirse a la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE). El Reino Unido se sumó al bloque continental, actualmente conformado por 28 países, el 1 de enero de 1973, pero en junio de 2016 los británicos decidieron abandonar la UE y poner fin a una relación de más de cuatro décadas.
El acuerdo
Entre otras cosas, se firmó un acuerdo que establece un período de transición que tiene como objetivo darles a las partes tiempo para ajustarse y negociar los términos de su nueva relación. Dicho período de transición se extendería hasta el 31 de diciembre de 2020, y durante el mismo no habría mayores cambios en la relación entre Reino Unido y la Unión Europea.
El acuerdo también define cuánto dinero le debe pagar Reino Unido a la Unión Europea para honrar los compromisos adquiridos como miembro del bloque, originalmente estimados en unos 39.000 millones de libras (casi US$50.000 millones). Y, en el mismo, las partes también se comprometen a mantener los derechos para los ciudadanos británicos que actualmente viven y trabajan en otros países de la UE, y para los ciudadanos europeos que viven y trabajan en Reino Unido.
Pero todos estos aspectos ya estaban consignados en el acuerdo negociado por la ex primer ministro Theresa May, y la principal diferencia con el acuerdo renegociado por Johnson tiene que ver con la forma en que trata de solucionar el problema de la frontera irlandesa. La versión de May incluía una cláusula de salvaguarda («backstop») que buscaba garantizar que no habría una frontera «dura» entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, incluso si no se llegaba a un acuerdo formal en temas comerciales y de seguridad.
Una cumbe de evaluación
Es probable que haya una discusión sobre cómo se vincularán las diferentes partes de las negociaciones. La UE insiste en que Reino Unido tendrá que permitir el acceso europeo a aguas pesqueras británicas y comprometerse a una competencia económica justa para desbloquear todo lo demás.
Ambas partes celebrarán una cumbre en junio para evaluar el progreso. Existe la posibilidad de que no haya acuerdo en algunos sectores cuando termine el periodo de transición a finales de este año. Al mismo tiempo, Reino Unido negociará sus propios acuerdos comerciales con otros países por primera vez en décadas. Construirá un nuevo sistema de inmigración y asumirá tareas que antes hacía la UE.
Cualquier persona que esté viviendo en Reino Unido a finales de año puede rellenar una solicitud para quedarse, y el gobierno británico dice que sus derechos para vivir y trabajar serán protegidos por la ley de manera permanente.
«Lo tenemos muy claro», dijo el ministro del Interior Brandon Lewis. «Queremos que esos ciudadanos se queden, juegan un papel sumamente importante. Contribuyen enormemente no solo con nuestra economía, sino también con nuestras comunidades».