Por Ricardo Sánchez Serra
Muy poco se comenta sobre la VIII Cumbre de Las Américas, que se desarrollará en Lima el próximo abril. Es que los medios siguen copados con el tema de la corrupción de Odebrecht o la vacancia presidencial.
A menos de un mes existe incertidumbre de qué gobernantes asistirán y es lógico que los países que integran el Grupo de Lima sean los primeros en venir. Son 12 naciones, de las 35 que conforman la cumbre.
Un diplomático me aseveró que en Torre Tagle aún hay muy pocas confirmaciones para la asistencia de los mandatarios al Perú. De alguna manera el anuncio del presidente Donald Trump de participar da una “ayudadita” para que otros jefes de Estado se animen.
Pero estoy firmemente convencido que la invitación y la cancelación de la invitación (no existe en el diccionario la palabra “desinvitar”) al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no es seria, ni válida. Puede que a unos les caiga fastidioso o simpático, pero marginarlo no solo a él, sino a un país, es discriminatorio y torpe.
Y ojo que las naciones que componen el Grupo de Lima dijeron solo que respetan la decisión del Perú y no señalaron que la comparten.
Es la primera vez que sucede esta penosa circunstancia y tenía que ser nuestro país que la provoque. Es un mal precedente. Qué mejor que Maduro venga a Lima y se discuta, entre presidentes, entre iguales, la situación de Venezuela.
Pero se ha tirado la puerta y peor aún se le impedirá a Maduro la entrada al país, no interesando, por ejemplo, que venga en el avión del presidente boliviano Evo Morales y junto al mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega. Es decir, se prefiere el escándalo por la necedad, intransigencia y soberbia de aprendices de diplomáticos o políticos, que incluso violan el derecho de peruanos de invitar a Maduro a la “Cumbre de los Pueblos”, que generalmente se desarrolla a la par de la Cumbre de Las Américas.
Si bien se aduce que ningún país ha mostrado preocupación a la Cancillería, leí que Ecuador públicamente mostró su disconformidad y el mandatario boliviano envió una carta al presidente Pedro Pablo Kuczynski. Hay que tomar en cuenta que Venezuela no está sola, lidera la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) formada por trece países.
Morales envió una carta muy conceptual, respetuosa y razonable, alejada de adjetivos: El país sede de la Cumbre no tiene la potestad de decidir quiénes son miembros y quiénes pueden participar en la Cumbre “entendiendo que somos miembros bajo el principio de igualdad entre los estados” y recuerda el acuerdo entre la OEA y el Gobierno peruano, del 20 de julio del año 2017.
El evento (la Cumbre) es nacida “en el seno de una organización internacional de carácter intergubernamental y no así una iniciativa nacional propia de la República del Perú” dice el jefe de Estado de Bolivia y finaliza solicitando reconocer el derecho de Venezuela de participar en la Cumbre.
El Gobierno decidirá si quiere una VIII Cumbre o el I Abismo de Las Américas.