Por: Martín Valdivia Rodríguez /¿Ojo por ojo?

por | Mar 3, 2020 | Opinión

Por: Martín Valdivia Rodríguez ¿Ojo por ojo? / La eterna pregunta que se ha hecho la sociedad desde hace muchos años es: ¿la pena de muerte disuade? ¿realmente hace que un potencial asesino lo piense dos veces antes de cometer un crimen? ¿bajan las tasas de asesinatos en un país donde la pena capital es legal? Ciertamente, la cantidad de preguntas sobre este caso puede ser infinita, cada persona tiene su posición al respecto y cada día son más los países que se suman a la abolición de esta pena.

Toda esta reflexión viene a propósito del caso de la niña de cuatro años que fue secuestrada, maniatada, abusada y asesinada por un sujeto en Independencia. Este hecho nos hizo recordar el caso de la niña Jimena, de San Juan de Lurigancho, quien fuera asesinada por el tristemente célebre “monstruo de la bicicleta”, así como otros innumerables casos más, incluidos los feminicidios.

El favor de la pena de muerte se sostiene que ella previene más asesinatos sentando un precedente público, un estímulo negativo tangible, grave y visible. Es decir, un castigo grande para un delito grande. Quien sea que tiene frente a sí la decisión de matar a otro, sabe que el castigo que puede recibir será ejemplar. Lo pensará más de una vez antes de hacerlo. La pena de muerte es un incentivo negativo considerable. Por ello, afirman, es un gran elemento disuasivo que merece tenerse en cuenta como mecanismo protector de la sociedad.

Aquellos que la combaten, afirman que un asesino no considerará este hecho al momento de cometer su crimen. No pensará en su futuro, no le importará. A ello se suma el hecho de afirmarse que no todo delincuente actúa en forma racional al agredir a su víctima. El famoso novelista, dramaturgo y filósofo francés, Albert Camus, escribiría: “Es un retroceso de la evolución humana. Se trata de un sentimiento, particularmente violento, no de un principio. El ‘ojo por ojo’ pertenece al orden de la naturaleza y del instinto. Si el crimen pertenece a la naturaleza humana, la ley no pretende imitar tal naturaleza. Está hecha para corregirla.»

Es compresible el dolor y el odio de la sociedad contra estos depravados que cometen semejantes crímenes. La vida de cualquier ser humano es importante y valiosa, más aún si se trata de una criatura inocente. El matar al asesino no conduce a nada, pues nos convierte también en asesinos. Por algo más de 160 países del mundo han abolido la pena capital y cada día se suman otros. En todo caso, será la justicia divina la que los juzgará, además de su propia conciencia. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.


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