Desde su construcción, el Real Felipe ha sido siempre una fuente inagotable de historias de cercos, resistencias, epidemias, torturas y muertes incontables que allí sucedieron. Hoy como eco de esos episodios ocurren apariciones, gritos y exclamaciones diversas, sin explicación.
Los virreyes José Antonio Manso de Velasco y Manuel de Amat y Juniet tuvieron a su cargo la construcción de una fortaleza capaz de resistir los ataques de piratas y corsarios. Así empieza la mayor construcción militar de España en América, siendo conocida por sus dos fuertes a los costados como el Castillo del Real Felipe. Pero no fue contra piratas, sino un tiempo después, durante la independencia, que empieza la historia de sangre y fuego de esta fortaleza. Rechazó a Brown y a Cochrane, forzando a San Martin a desembarcar en Pisco y no en el Callao.
Su nombre fue elegido en honor del rey Felipe V de la Casa de Borbón, que había fallecido en 1746. Tras la Independencia del Perú, fue renombrada por el Libertador José de San Martín como «Castillo de la Independencia» retomando su nombre original en 1925, durante la dictadura de Augusto B. Leguía, a modo de “reconciliación” con España.
Misterios que abundan
Desde su construcción, el Real Felipe ha sido siempre una fuente inagotable de historias relacionadas con las incontables batallas que allí se libraron. Epidemias, torturas, ejecuciones, desesperación y violencia. El capítulo más oscuro fue el sitio por los patriotas a un realista español, el brigadier Rodil, quien se negó a reconocer la Capitulación de Ayacucho y se mantuvo junto a sus tropas hasta consumir el último recurso de la fortaleza.
Tan triste fue aquel capitulo, que al quedarse sin provisiones tuvieron que cazar hasta la última rata que quedaba en la fortaleza. A esto se sumó un intento de sublevación que fue detectado, sofocado y uno de sus responsables ejecutado. Al desatarse una epidemia en el Real Felipe y al ver que los refuerzos de España no llegaban, el brigadier entregó la plaza a los patriotas. Tres mil hombres murieron durante esa resistencia.
Apariciones
Pero lejos de esto, existen también otras historias, mucho menos formales, que han comenzado a llamar la atención de los miles de visitantes que anualmente recorren cada uno de los pasillos de este enclave militar. Son historias vinculadas a fenómenos paranormales, historias que narran las apariciones de mujeres a mitad de la noche, de ruidos extraños como de cadenas o gritos, e incluso, historias de muerte.
Los centinelas y guías de la fortaleza cuentan varias historias, algunas más famosas que otras. Como la de una mujer con vestido blanco que aparece a media noche en la puerta del Torreón del Rey, cantando, llorando y lamentándose. La mujer parece levitar, y es una de las apariciones más frecuentes. Según cuentan, la mujer seria Micaela Villegas, la Perricholi, amante del Virrey Amat. Ella solía esperarlo en el puente que hay entre la torre y el resto de la fortaleza.
Quienes hacen las rondas nocturnas sienten soplidos, mareos, escuchan que caminan y no avanzan, que las paredes los sofocan y absorben su energía. Lamentos, llantos, disparos, gritos desgarradores y canticos. No es raro toparse con algún pirata del siglo XVIII, alguno de los que fueron capturados y torturados hasta morir tal vez.
Otra historia que circula por quienes han visitado el lugar es aquella que cuenta el suicidio de uno de los militares encargados de hacer la guardia en el Torreón de la Reina. Se dice que el soldado, temeroso de enfrentar los fenómenos inexplicables que allí se presentaban subió una noche a la terraza de la torre y una vez allí decidió lanzarse al precipicio para acabar con su vida. Estas historias han sido corroboradas por los propios militares y guías turísticos que trabajan en la fortaleza, quienes además, aseguran haberse encontrado en más de una oportunidad con uno de estos fenómenos.
Los niños juegan
Una niña juega entre las vitrinas del museo, algunos le dejan caramelos cariñosamente que al amanecer han desaparecido. Es el fantasma más querido de la fortaleza. Otros no son tan tiernos, y provocan horror y desesperación a la vista.
Los calabozos son otra parte muy recargada. Calabozos en los que hacinaban hasta 60 hombres en condiciones infrahumanas y castigos brutales, y ahora se repiten los llantos y gritos de aquella horrorosa época. Tanto corsarios capturados como enemigos de la corona, eran torturados continuamente. No solo en la noche, también de día ocurren sucesos extraños. No hay horario para el horror. Caballeros coloniales caminando por los pasillos y el ruido de cadenas. Los gritos y cantos macabros no acaban.
A pesar de las apariciones, es destino obligado de los escolares por la historia que encierra. Se ha grabado psicofonías y varios investigadores paranormales lo visitan, pero aunque ya no funciona como prisión, nadie ha podido ayudar a quienes siguen atrapados en ella.
Verdad o no, lo cierto es que la fortaleza pareciera hoy contradecirse con el propio peso de su pasado. El silencio que hoy puede sentirse entre sus pasillos y ambientes se contrasta notoriamente con el estruendo de los cañones y los gritos de dolor que alguna vez ensordecieron cada rincón de este lugar y los espectros de hoy bien pudieron ser los hombres que en ese entonces la defendieron con su vida, creyéndola inexpugnable. En todo caso, esas continuas apariciones son un misterio sin resolver.