Por: Antero Flores-Aráoz
No es que le tenga ojeriza a SUNEDU ni al Ministerio de Educación (MINEDU), simplemente deseo que corrijan los errores en que incurren, inducidos por las deficiencias de la actual Ley Universitaria que, si bien tuvo como finalidad elevar la calidad de la educación superior universitaria, lo que es encomiable, en la práctica se ha avanzado poco y más se ha actuado sepultando universidades, tanto públicas como privadas, que deja en la calle a miles y miles de estudiantes.
Estoy convencido que no fue el deseo de los legisladores que aprobaron la actual Ley Universitaria, el frustrar las aspiraciones de ascenso académico y profesional de más de los doscientos mil estudiantes, que quedarán sin poder proseguir sus estudios ni tampoco encontrar trabajo, lo que de suyo implica un gravísimo problema social, que no requiere mayor explicación, y para el cual el gobierno nacional es indolente, si es que no, falto de responsabilidad.
Cuando SUNEDU deniega el licenciamiento a universidades, ellas tienen que dejar de matricular nuevos ingresantes y solo podrán proseguir con sus puertas abiertas por dos años. Esto significa que un estudiante que termina el primer año de su carrera, solo podrá estar en la universidad que escogió por un máximo de dos años más, esto es que no podrá culminar su carrera y, que si tiene suerte, mudará a otra universidad para concluirla. Los únicos que podrán concluir sus estudios universitarios en el centro de estudios que escogieron, son los de los dos últimos años de Facultad.
La solución más lógica y posible del problema, es que se otorgue a las universidades privadas no licenciadas, otra oportunidad, igual que las universidades públicas, para obtener su licenciamiento. Sin embargo, lo que se ha hecho es simplemente llenar de tinta el papel y aprobar una supuesta estrategia para resolver el problema (R.M. 126-2020-MINEDU) Sólo para las públicas omitiendo a las privadas.
Por tal estrategia se pretende que quienes terminen secundaria y quisieron entrar en la universidad de su preferencia, ya no lo harán, púes su licenciamiento se denegó y, tendrán que ser acogidos por otras, que muy probablemente ya hayan superado su aforo y que de suyo significará que sus estudiantes reciban menor atención.
Otros que no tendrán universidades en funciones en la provincia de sus domicilios, para ellos otras vecinas les darán atención itinerante y no presencial, que fue motivo para que algunas universidades no fuesen licenciadas. También se otorgarán becas, pero no hay suficientes para todos los que las necesitarán. Los alumnos de los programas cerrados, tendrán que buscar programas análogos o similares, quizás con afectación de su verdadera vocación.
Como vemos el remedio es peor que la enfermedad y, no se entiende el motivo de no igualar el trato a las universidades privadas con las públicas, lo que resolvería fácil y justicieramente el problema, sin perjuicio de la severidad que tendrá que tener SUNEDU para que se cumpla con la buena calidad básica universitaria.