Nos estamos quedando sin soga y sin cabra

por | May 29, 2020 | Opinión

Por: Federico Prieto Celi / El 20 de mayo del 2020, el periodista Alfonso Baella afirmó que conviviremos con el enemigo por mucho tiempo más, porque la crisis provocada por el Covid-19 tiene consecuencias muy duras; y que salir a trabajar es urgente, pero solo debemos hacerlo si aceptamos los consejos dados por los médicos.

Días antes, el representante del empresariado privado ante el Grupo de Trabajo Intersectorial, presidida por el MEF, que analiza la reactivación Miguel Vega Alvear, en ese contexto, defiende una estrategia global para volver a la normalidad productiva. Si Lima, Callao, Lambayeque, Piura y Loreto tienen el 80% de los infectados, ¿qué impide liberar de la paralización a todas las demás regiones, que no están en tanto riesgo, para volver al funcionamiento de la economía? El aparato productivo no puede esperar hasta octubre para trabajar, porque antes se producirán quiebras generalizadas, un desempleo incontrolable y hambre.

Pasando la página del diario Perú 21 del 17 de mayo donde se publicaron estas declaraciones de Vega Alvear encontramos afirmaciones del presidente Martín Vizcarra diciendo que continuarán las restricciones como el aislamiento social obligatorio, el toque de queda, como, en efecto, se ha prolongado para todo junio.

Entonces, ¿no hay entendimiento entre el gobierno y el empresariado privado quien es, en definitiva, quien hace funcionar la economía mediante la producción, circulación, distribución y consumo de los bienes económicos, para satisfacer las necesidades de los 33 millones de habitantes del país?

Ya sabemos que el manejo de la epidemia de coronavirus nos tomó por sorpresa, que el gobierno no atinó a tomar rápido las medidas adecuadas, que en el norte del país la gente no tomó conciencia colectiva del peligro real del contagio, con lamentables consecuencias, y que el país no estaba  preparado, ni lo está todavía, para responder como Alemania, Corea del Sur o Costa Rica, con una disciplina cívica exigente.

Tenemos que reconocer que esas deficiencias nos están pasando factura, con un papelón internacional y un crecimiento mayor de contagiados y fallecidos que en otros países del continente. Pero si estábamos preparados económicamente para afrontar gastos extraordinarios y reducción de ingresos fiscales, ¿ya nos hemos gastado esos dineros?

El parlamento, peor que el anterior, ha insistido en aprobar que los afiliados a las AFP retiren el 25% de sus fondos,  justo cuando están peor valorados, lo que provocará una reducción lamentable de sus pensiones. [En ese caso, el MEF hizo bien en recomendar al presidente que devuelva la ley al Congreso sin firmarla, pero de nada ha servido, salvo en dejar claro que el MEF no estaba de acuerdo].

En otras palabras, ¿ya estamos como los países que en enero no tenían reservas sino grandes deudas? Si hemos fracasado en la atención de Salud, ¿vamos a fracasar también en el manejo económico? ¿Cuánto nos hemos empobrecido en el primer semestre de este año? En el campo se usa un refrán para esta situación: nos estamos quedando sin soga y sin cabra.

                                                                              (*) Periodista y analista político.

 


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