Por: Ángel Delgado Silva / El tiempo finalmente lo dirá. Pero las alternativas para el Gabinete Cateriano no son muchas. La hecatombe económica y social, legado de una gestión de espanto, fija límites demasiado estrechos. Razón por la cual, pese a reconocer mayor fuste y experiencia más copiosa en el nuevo Primer Ministro, no auguramos ningún futuro esperanzador.
Con la guerra del Covid-19 casi perdida, sólo esperamos que la nueva titular de Salud sincere cifras y reconciliándose con la realidad traumatizada. ¡Qué no persista en la vesania criminal de su antecesor!. Así estaremos mejor informados sobre la magnitud de la tragedia y, quizás, el repensar mejores estrategias.
Más estragado aparece el panorama socio-económico. Las estadísticas no terminan de medir la profundidad de una crisis sinfín. Estamos lejos de concluir cifras finales sobre la caída del PBI, el volumen del desempleo, los cierres de empresas y del retorno masivo a la pobreza. Atrás van quedando la ilusiones de una recuperación rápida, apenas levantada la cuarentena. No existe elasticidad, ni para la oferta ni para la demanda, en los mercados devastados. Tampoco la vacuna que devuelva la salud a la economía, en el corto plazo. Y la tozudez vizcarrista de mantener a la novel Ministra de Economía, con su equipo fracasado y sus políticas erráticas, liquida el menor atisbo de optimismo.
El desafío principal de Cateriano serán las consecuencias de los desastres mencionados. Aunque latentes no se patentizan aún. El desborde social, anunciado por los analistas, está en ciernes, muy lejos todavía de su cenit. Sin embargo, únicamente los ingenuos negarán la expansión del descontento popular. No hay motivo para confiar que el desconsuelo sanitario y la exasperación económica, sean pasivamente sufridos por la gente. Menos cuando los nuevos Ministros, por contentar al empresariado, no tendrán empacho en sacrificar a los trabajadores y sus derechos.
La policía política del régimen y sus servicios de inteligencia ya detectaron el malestar en auge. No resulta casual el empoderamiento del Ministro de Defensa como actor y vocero de la nueva situación, ni la suspensión de las garantías constitucionales y el toque de queda, una vez rota su relación con la pandemia (“hasta que salga la vacuna” –dicen). Los antecedentes intemperantes y despóticos del nuevo Jefe del Gabinete, lo ubican en esa posición, hermanándolo con aquellos que afilan armas para aplastar la protesta social inevitable
Conste que no aludimos a la defensa legítima del orden público, sino al ajuste de tuercas del autoritarismo avieso y en avance tiempo ha. Ayer fue la concentración del poder a costa del Parlamento, el uso de fiscales y jueces para perseguir adversarios, el control la gran prensa, etc. Ahora aprestan la violencia armada contra la Nación para destruir la República.