Por: Omar Chehade / El mensaje a la nación del presidente Martín Vizcarra fue un recuento de generalidades, de obras no cumplidas, de promesas absurdas que sabe que no podrá cumplir, como la que hizo hace dos años de construir 80 hospitales y no edificó ninguno. Lo mejor del discurso es que fue el último discurso del presidente. Es un gobierno tan inepto que ni siquiera han podido comprar las 850,000 tablets que le prometieron a los niños hace tres meses, defraudándolos, pues el contrato que estaban efectuando con la empresa tuvieron que resolverlo. El Ministerio de Educación tuvo que reconocer que estos aparatos recién podrían llegar a fines de diciembre, es decir, año escolar totalmente perdido. Sin embargo, la población esperaba que el presidente en su discurso, aparte de hacer un mea culpa y reconocimiento de gruesos errores tanto en las medidas sanitarias, y el fracaso de la reactivación económica, efectuara al menos un sinceramiento de cifras de la cantidad de muertos que ha habido en los 4 meses producto de la pandemia en Perú. La semana pasada el pintoresco Farid Matuk que perteneció al comando covid del gobierno, denunció que desde mayo ya se le había advertido al gabinete de Vicente Zevallos y al propio presidente, que las cifras de fatalidades, como consecuencia del coronavirus, triplicaba la falsa cifra oficial que reportaban a la opinión pública. Incluso señaló, que, pese a insistir que se transparenten la cantidad de muertos, el gobierno hacía caso omiso. Los medios de comunicación y unidades de investigación que eran ajenas a la corte felpuda del gobierno, hace meses reportaban cifras escandalosas de fallecidos, que distaba muchísima de la publicada por canales oficiales. Pese a las enormes evidencias que reportaban los medios internacionales de investigación, Vizcarra, y los ex ministros Vicente Zeballos y el inefable Víctor Zamora se negaban a publicar lo que ya era evidente, un sub registro de fallecidos que triplicaba, en el mejor de los casos, los números que ellos informaban para así tapar, torpemente, el fracaso de su política sanitaria. En un mundo globalizado, donde la tecnología es cada vez más sofisticada y diversa, es imposible querer tapar el sol con dos dedos. Los muertos también hablan. El gobierno puede maquillar la cifra de infectados, porque más del 95% no llegan a ser fatalidades, pero los muertos jamás se podrán esconder. El presidente otra vez con el populismo y la arrogancia que le caracteriza no dijo nada en su discurso. Parecía que estuviéramos viviendo en Suiza o en el estado bienestar de Finlandia, en otro mundo. El telón cayó al día siguiente cuando la nueva ministra de salud, Pilar Mazzetti, reveló por fin que existirían cerca de 43 mil muertos, es decir 25 mil más que la falsa cifra que ofrecía Martín Vizcarra. Estamos seguros, que cuando toda esta terrible situación de tragedia finalice, se formará una comisión de la verdad para saber la cifra real de muertos que hubo, y para denunciar política y penalmente a los tartufos de este insensible y torpe gobierno.
(*) Ex Vicepresidente y Congresista de la República