Por: Jorge B. Hugo Álvarez / El juicio de la historia, irremediablemente, será implacable, duro y poco contemplativo contra la farsa política de quienes nos gobernaron. Son 199 largos años de vida republicana, sin aún haber logrado constituirnos en una Nación próspera, rica, poderosa, culta e influyente en el ámbito de nuestro Gran Continente Suramericano.
Otros, países más pequeños que Perú y sin recursos naturales, como Corea del Sur, Vietnam y Japón; le bastaron poco de menos de 20 años para convertirse en naciones prósperas en lo económico, social y tecnológico.
Lograron aquel milagro en lo económico y social, gracias a liderazgos firmes que con visión y misión de país acertaron en la idea racional de industrializar sus naciones, vía diversificación productiva, dando mayor valor agregado y tecnológico a su producción nacional.
Mientras nuestros gobernantes se dedicaron al saqueo, el pillaje y la gran corrupción. Europa y los Estados Unidos de Norteamérica son grandes porque se industrializaron.
Entonces, el grito: “Revolución industrial” no es una caviarada o exigencia rojimia. Es liberalismo sano y puro, aun cuando esa derecha bruta y achorada diga lo contrario. Escuchaba disertar al Mayor (r) PNP Hilario Manuel Rosales Sánchez quien con vigorosa y filípica elocuencia, fustigar a los responsables de nuestra tragedia nacional:
“Parecería que para esos inconsistentes adalides y truchos del liberalismo económico y sus áulicos, el grito de Revolución industrial no es un imperativo para nuestra patria. Sea el pueblo que juzgue tamaña mentira, porque no hay nada más antipatriótico que negarle a una Nación su prosperidad económica, social y tecnológica“.
El derrotismo no puede estar presente en esta hora de dolor, lágrimas y desesperanzas por la Pandemia. Manuel Rosales conoce de injusticia por su lucha contra la corrupción. Por sus denuncias fue injustamente enviado a prisión. Pero su coraje y liderazgo es tal, que se sobrepuso frente a la adversidad y el abuso del poder. Ahora es un líder que pregona la idea de la revolución industrial.
Es preciso hacer de su nombre un ejemplo a seguir. Su vida pública muy activa en pocos años, hizo de su creatividad la parte más sólida de su formación. Rescatamos su programa sistematizado de cómo lograr industrializar nuestra Nación.
El esfuerzo por construir un país moderno, próspero y con justicia social es patriótico, porque una economía de mercado sin justicia ni valores éticos no funciona (Adam Smith: La Teoría de los Sentimiento Morales).
Por eso, una economía profundamente desigual, corrupta, altamente informal, poco diversificada, concentrada, poco competitivo, desempleo, pobreza y extrema pobreza es inmoral. Por eso, la industrialización es un imperativo material de la hora presente para asegurar el futuro de las nuevas generaciones de peruanos.
Esta revolución no será posible sin planificación y el concurso real de los actores productivos del país, las Universidades, los Centros de Investigación e Innovación y el Estado a fin de afianzar una alianza más perfecta, en beneficio y bienestar del pueblo peruano.
(*) Abogado penalista y analista político.