Por: Ántero Flores-Aráoz / El título de este artículo no es hechura de su autor, sino expresión del dos veces Presidente de Uruguay, don Julio María Sanguinetti, actual líder político de su país, pese a su edad.
Lo explico, dicha frase fue expresada en una conferencia internacional programada por la Universidad Continental, cuyo principal expositor fue el Presidente Sanguinetti, siendo comentaristas Jorge Del Castillo Gálvez, Jorge Nieto Montesinos y quien escribe esta nota.
La reciente conferencia tenía por finalidad analizar el cambio que se produce en el mundo y su futuro, como consecuencia de la emergencia sanitaria que sacude a todo el globo. En ella, el Presidente Sanguinetti explicó que no estábamos en tiempos de cambio, sino cambio de tiempo.
Con la lucidez que le reconocemos nos dijo que con pandemia o sin ella, estamos frente a un profundo cambio, con características nunca antes vistas, como por ejemplo la prevalencia de individualidades respecto a los partidos políticos, cuyas opiniones dejaron de tener la relevancia que tuvo antaño.
También el fácil populismo que crece, influenciado por la crisis económica y carencias elementales de buena parte de las poblaciones de nuestros países, agravadas por las consecuencias de la pandemia.
Enfatizó que la epidemia ha hecho a nuestro mundo más global, sin que lamentablemente los organismos internacionales se expresen globalmente, ni tampoco enfrenten en conjunto las graves consecuencias de la crisis sanitaria. Tendremos en breve a China como el principal actor en la economía mundial, pero siendo esencial conseguir equidad en el intercambio comercial.
Las oportunidades de educación, salud y seguridad son desiguales y hacen difícil enfrentar el cambio de tiempo, en que, por lo demás, hay que hacer al Estado más eficiente y vigoroso, pero también confiable. Se agrega la revolución del conocimiento, el avance de la ciencia y la tecnología, las nuevas modalidades de información y comunicación e, incluso la robótica, que harán perder millones y millones de puestos laborales y sin que el trabajo a distancia sean sustitutos suficientes. No olvidemos tampoco la expectativa de mayor número de años de vida de nuestros congéneres.
Teniendo en cuenta las reflexiones anteriores, así como los lúcidos aportes de los comentaristas Del Castillo y Nieto, y la imperativa necesidad de relacionarlas con el Perú, tendremos que esforzarnos en el diálogo, tanto interdisciplinario, como político, con intervención de todos los actores, sean empresariales como gremiales y por supuesto religiosos, con la visión de un mundo nuevo.
Teniendo la facilidad de la existencia del Acuerdo Nacional, la conveniencia de actualizarlo y la propuesta del Presidente de la República para lograr el PACTO PERÚ, todo ello nos viene como anillo al dedo para enfrentar el futuro unidos, con metas concretas y caminos posibles, pero sobre todo sabiendo que nos enfrentamos al cambio de tiempo a que se refería el expositor.
Siento envidia de Uruguay al tener un referente como Sanguinetti. Los que podrían haberlo sido en el Perú o no están vivos, o sus inconductas o sospechas de ellas, los sacan del escenario.
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