Por: Alter B. Himelfarb W. / Volvemos a insistir sobre el tema de la CORRUPCIÓN. Es que en el fondo, en última instancia, el problema de «la plata», esto es, el monto de los sobornos, los dineros que le roban a la Población, tienen «solución».
Digamos, que la plata es recuperable. ¿Y el daño colateral?
¿Por que, cómo recuperamos, la carencia, la ausencia de Educación Primaria, Superior, tecnológica y Universitaria en 100 y hasta muchas más generaciones desde la época de la Independencia, hasta ahora? ¿Cómo recuperamos los cuerpos de quienes desde entonces, han muerto por falta de Atención Médica, por imperfección y deficiencia en los Servicios Médicos? ¿Cómo le damos por fin una vivienda digna a quienes pasaron ellos y sus tantos ancestros, viviendo en cambuchos, en tugurios y en cuchitriles?
Pero hay algo más grave todavía. Esa corrupción, esos corruptos, que crean a esa gran masa analfabeta e ignorante, son los reales y verdaderos causantes de las flaquezas sociales.
Son los causantes de la violencia de género que se ensaña contra la niñez, especialmente la femenina, generando el incesto, generando la prostitución infantil, de padres que venden a sus pequeñas hijas, de abuelos, tíos, primos y hermanos que abusan de sus pequeñas familiares, muchas de ellas quedando en periodo de gestación a la inocente y candorosa edad de 10 años.
Por eso decíamos al inicio de nuestro Artículo, la plata tiene «solución», pero ¿cómo se devuelve a su estado original, cómo se restituye la inocencia perdida y machacada a punta de esos martillazos de la corrupción y de los corruptos, que masacran la vida de seres inocentes.
De ahí, que las penas contra los corruptos que manejan los Estamentos del Estado, deberían ser fuertes y extremas. Que sean ejemplarizantes, para que nadie se atreva a quitarle un sólo céntimo al Estado, o mejor dicho, a la Población, ni a coadyuvar a que seres infantiles, pierdan su inocencia.
Una pena por el dinero robado y una pena doble por el daño colateral a millones de personas. Y que no se vuelva a oir de abusos contra la niñez, especialmente la femenina, donde por falta de oportunidades, generadas por los corruptos, sus familias se ven obligadas a entrar a la selva. De la selva de cemento a la selva virgen, donde la voracidad no tiene límites y en donde sufren toda suerte de vejámenes, porque allí no hay autoridades: ni civiles, ni policivas, ni judiciales, ni de salud, ni educativas.
Y no es que la corrupción sea dominio del género masculino. Hoy en día, con la apertura, la mujer, la señora, la madre, participa en las actividades gubernamentales, como debe ser, porque tienen iguales capacidades y (hasta mejores). Pero hemos encontrado que desgraciada y lamentablemente, muchas damas han decidido entrar al «club» de la corrupción.
Mujeres corruptas, hombres corruptos, que ocupan cargos en los Gobiernos, como Presidentes, como congresistas, como Ministros, como Jueces, etc., piensan que sus propias hijas o nietas o sobrinas, o cualquiera que fuere la relación familiar, van a estar ajenas y aisladas a «las vueltas que da la vida». Están haciendo «micción excéntrica». Están equivocados.
(*) Miembro A.I.E.l.C.
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