El pintor que predijo el atentado contra las Torres Gemelas

En 1939 recibió mensajes de vaticinios desde que seres misteriosos lo llevaron  por algunas horas a un ovni.

por | Nov 10, 2020 | Sin categoría

En 1939 recibió mensajes de vaticinios desde que seres misteriosos lo llevaron  por algunas horas a un ovni.

CLARÍN.COM / El pintor bonaerense Benjamín Solari Parravicini, conocido en la historia como “El Nostradamus argentino”, mientras se encontraba en trance recibió mensajes anunciatorios del atentado contra las Torres Gemelas, la proeza liberadora emprendida en Cuba por Fidel Castro y la destrucción de ciudades japonesas por la bomba atómica lanzada por EE.UU.

Sobre el atentado a las Torres Gemelas escribió en estado de trance: “La libertad de Norte América perderá su luz. Su antorcha no brillará como ayer y el monumento será atacado dos veces”.

Sobre Fidel Castro: “Cabeza de barba parecerá santo, más no lo será, encenderá las Antillas” y sobre Hiroshima y Nagasaki: “Ruido entre ruidos ensordecerá las alturas. La bomba F., el mapa de Japón y el punto exacto del tsunami y del megaterremoto de Japón”.

Una mañana se despertó empapado de un insoportable olor a algas frescas: poco después supo que Alfonsina Storni había muerto ahogada en el mar. No le sorprendió demasiado: su vida estaba hecha de esas inéditas casualidades, tantas que habían pasado a ser parte de un mapa secreto.

Benjamín (o, como le decían en su familia, el “Pelón”) nació en La Casona, una mansión ubicada en Vicente López. Desde niño fue distinto. Una mañana, su madre lo encontró hablando solo en su cuarto y le preguntó qué hacía. El pequeño Benjamín le señaló un rincón vacío: “¿No ves al hombre?”, le preguntó. “¿Qué hombre, hijo?” “El hombre de las alas”, respondió Benjamín.

SE APOYÓ EN LA PINTURA

Se pasaba los días y las noches dibujando, y cuando creció y le llegó el momento de elegir una carrera, obvió los mandatos de su clase, que tenían preparado para él un futuro profesional, y eligió dedicarse a la pintura.

Mal no le fue. Expuso sus cuadros en el salón de la Asociación de Amigos del Arte y el presidente Marcelo T. de Alvear, un invitado de lujo, lo felicitó. El no buscaba felicitaciones de ningún tipo. El arte, la pintura, eran un medio para representar ese otro mundo del que cada tanto recibía unos chispazos aislados.

Según los testimonios, canjeaba sus dibujos por comida y cerveza en los bares del barrio, daba clases gratuitas y vivía en una buhardilla no muy aristocrática en la esquina de México y Tacuarí. Nunca había dejado de recibir la visita de “el ángel”, el mismo que le ordenó que aprendiera a pintar, pero había aprendido a callarla. La gente no entendía, no estaba preparada para entender.

Algo lo despertó. Se levantó y empezó a escribir frases que no entendía, pero que le eran dictadas por una entidad hasta el momento silenciosa.

EL VERDADERO DESTINO

Benjamín todavía no sabía quién era. Un día lo sabría, y después de eso nada sería igual. “El momento en el que un hombre sabe para siempre quién es”, dice Borges, refiriéndose al destino, al encuentro con nuestra identidad verdadera, a la revelación más íntima y profunda de la que podemos ser parte, en ese magistral cuento llamado Biografía de Tadeo Isidoro Cruz. Ese momento se produjo para Parravicini en uno de los días del año 1932.

Había cenado con amigos y se había acostado a dormir, cuando algo lo despertó. Se levantó en calzoncillos y escribió entonces algo que no entendía, frases que le eran “dictadas” por un entidad hasta el momento silenciosa.

Solari Parravicini escribió lo que le dictaba la voz y después, asustado, destruyó los dibujos y se arrodilló y rezó, porque pensó que estaba siendo poseído por un demonio.

Días después, mientras estaba sentado en una banca de la avenida 9 de julio de Buenos Aires, se le acercaron dos seres de ojos blanquecinos  que irradiaban enorme luz y se lo llevaron a una nave extraterrestre, hasta una sala circular, donde le dijeron que tendría que predicar con el amor y la armonía.

Desde ese momento, comenzó a hacer dibujos sobre acontecimientos referidos a grandes desastres, como el ataque a las Torres Gemelas, con el siguiente texto: “La libertad de Norteamérica perderá su luz, su antorcha no alumbrará como ayer y el monumento será atacado dos veces”, lo que exactamente ocurrió.

Cuando entraba en trance, sentía que su mano no era su mano. Su mano estaba en el extremo de su brazo, pero no era su mano para nada, era la mano de otra cosa y se movía sola. Dibujaba. Escribía. Benjamín no entendía las frases enigmáticas pero esta vez, en vez de romperlas, las guardó. Abrió un viejo arcón familiar que se había traído de Vicente López y las dejó ahí.

SU LEGADO

Pedro Romaniuk, que era su amigo, dice que Parravicini se lo dejó como legado antes de morir. Pero la mañana en que, efectivamente, murió, dos policías entraron a la buhardilla de México y Tacuarí y se llevaron el arcón “por orden del oficial”, como dijeron enigmáticamente.

Por muchos años el arcón estuvo desaparecido, hasta que una mujer, que vio a Romaniuk en la televisión, identificó unas carpetas que su marido le había dejado al morir y se las llevó a Romaniuk al canal. Eran las pictografías de Parravicini. La mujer nunca pudo explicar cómo fue que terminaron en su casa.

Parravicini pestañeó y estaba de nuevo en la calle 9 de Julio. Volvió, entonces, a su casa, donde durmió por veintisiete horas seguidas. No sería la última de sus abducciones extraterrestres.

En general, las profecías de cualquier tipo son tan amplias, tan ambiguas, que pueden interpretarse de cualquier forma. Como los hexagramas del I Ching, como las palabras de Nostradamus que siguen replicándose en miles de sitios conspirativos de Internet, se adaptan a muchas situaciones distintas y no son proféticas hasta que se cumplen, o sea: hasta que dejan de serlo.

TORRES GEMELAS

En el caso de Parravicini sus profecías están fechadas y son bastante cristalinas. Miren esta de 1938: “El hombre del mañana surgirá del cultivo espermático del laboratorio. Su mujer buscará al hijo seleccionando el semen ofrecido por el médico. Se dará preferencia a los hombres atléticos (en reserva) y a los intelectuales. El hombre vulgus no será tenido en cuenta y se le dejará desaparecer. El año 2000 luego del cataclismo conocerá esta norma nueva y el hombre animal se habrá dormido para siempre y la procreación así dará al ser humano ‘sin pecado original’”.

Parravicini murió en diciembre de 1974. Aparte del famoso arcón, dejó carpetas a distintos amigos con sus dibujos y sus frases proféticas escritas en trance. Sus amigos cuidaron su legado y escribieron libros sobre él, e incluso publicaron sus dibujos y frases.

En el año 2001, veintisiete años después de su muerte, al producirse el atentado contra las Torres Gemelas, todos corrieron a ver la profecía escrita por Parravicini. Estaba en un dibujo de su puño y letra, fechado en 1939, en el que se veía la estatua de la libertad partida a la mitad, en medio del humo, con dos edificios derrumbados a los lados, tal cual lo había recibido en el misterioso trance.

Fuente: https://www.clarin.com/viva/benjamin-solari-parravicini-predijo-atentado-torres-gemelas-1939_0_k5bQz-Zo.html


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