El lugar está bajo control del organismo de liberación del levante
Organizaciones de Derechos Humanos denuncian que utilizó bombas de racimo en diferentes puntos de Idlib, la misma provincia en la que perpetró el ataque con gas cloro en 2017.
El Ejército sirio bombardeó con fuerza la provincia noroccidental de Idlib y causó la muerte de al menos 33 personas durante el día de ayer, según informaron este lunes diferentes organismos de derechos humanos.
Los ataques aéreos mataron a 16 personas, entre ellas, 11 que estaban en un mercado, en la localidad del Saraqeb, precisó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En tanto, en la localidad de Masaran, cuatro mujeres y seis menores de edad perdieron la vida.
Según la organización, otro menor y un hombre fallecieron en otros dos ataque aéreos, uno de ellos registrado en el pueblo de Al Sheij Mustada y el otro en Kafernabal, ambos en la misma provincia.
Tambien, dos niños y tres mujeres perdieron la vida en Maarrat al Nuuman, en el sur de Idlib, mientras que 10 civiles resultaron heridos por varios ataques de aviones no identificados.
La región ya fue sacudida en otras oportunidades por salvajes ataques atribuidos al régimen, el más importante en Jan Sheijoun y con gas cloro, un hecho que dejó más de 80 muertos y mereció la condena global.
Casi toda Idlib está controlada por el Organismo de Liberación del Levante, la alianza de la ex filial siria del grupo terrorista Al Qaeda y otras facciones, contra las que las fuerzas gubernamentales lanzaron una ofensiva el pasado 25 de diciembre.
La organización de Defensa Civil de Siria, conocida como Los Cascos Blancos, denunció también que el régimen utilizó bombas de racimo en sus ataques, prohibidas por las leyes internacionales.
Estos proyectiles liberan una gran cantidad de pequeños explosivos del tamaño de una lata de refresco o inferior, que generan una cantidad de bajas desproporcionadas entre la población civil.
De acuerdo con Los Cascos Blancos, las bombas de racimo tienen como fin inutilizar los campos de cultivo, ya que estos pequeños explosivos quedan desperdigados por el territorio sin explotar y hacen extremadamente peligrosa la tarea de trabajar la tierra.
Infierno en Siria: Deir Hafer es una pequeña ciudad siria en las afueras de Aleppo, que, como tantas otras, cayó en poder del grupo terrorista Estado Islámico en 2014, antes de ser finalmente recuperada por el Ejército del régimen de Bashar al Assad en marzo de 2017.
Desde entonces sus habitantes han estado intentando reconstruir sus hogares y dejar atrás los años marcados por el terror que les tocó vivir, pero las huellas del «califato» siguen presentes, según reportó el periodista Mikel Ayestaran en una investigación para ABC.
Rebautizada por los yihadistas como Deir Fatah (la casa de la conquista), esta localidad de 35.000 habitantes llegó a convertirse en una importante base militar y fábrica de armas del ISIS, lo que a su vez la transformó en un objetivo de las Fuerzas Aéreas de Rusia, aliadas de Damasco.
En consecuencia, la ciudad es hoy una montaña de escombros, aunque algunos lugares perduran en la memoria.