Por: Yorry Warthon / Desde el año 2001 hasta el año 2011, periodo de diez años en que transcurrieron los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García sucesivamente, la economía tuvo estabilidad.
Los problemas comienzan con Ollanta Humala a cargo. Paralizó proyectos mineros que hoy estarían generando grandes ingresos al país. Con un errático manejo de la economía puso un freno al crecimiento galopante que el Perú mantenía. La locomotora del progreso avanzó lentamente con el impulso de años atrás y el gobierno dejó todo en «piloto automático».
Comenzó entonces el exagerado dispendio con los mega proyectos ofrendados a la corrupta Odebrecht, la injustificable Refinería de Talara, la dudosa compra del satélite, los fallidos programas sociales, las consultorías y publicidad estatal.
En conclusión, se inicia el descenso de los indicadores de crecimiento. Un oscuro panorama que hereda Kuczynski y que éste, en su breve periodo, “no quiso revertir”. Por el contrario, continuó con el dispendio.
Confirmó como sede a Lima de unos innecesarios y muy costosos Juegos Panamericanos. Pero el problema mayor llegó con su dimisión y posterior llegada de Martín Vizcarra a la presidencia. La incertidumbre política que se generó y luego el constante enfrentamiento del presidente con el Congreso afectó la economía, el crecimiento era cada vez menor. Sin embargo, desde el Ejecutivo el mensaje siempre era: «crecemos poco pero crecemos». Un pensamiento conformista cuando el país tiene para crecer mucho más y su gente lo merece. Pero el gobierno priorizó perdonar deudas multimillonarias a la corrupta Odebrecht, además de devolverle S/ 524 millones. Todo un dispendio que el peruano lo resiente en su bolsillo.
Hoy con la grave crisis mundial de la Pandemia, el precio del petróleo bajó a precios históricos: US$ 17 el barril. Pero en nuestro país aún lo tenemos a más de US$ 80 el barril. ¿Acaso es posible que continuemos con la gasolina -quizá- más cara del mundo? Muy probablemente, Sí. Y es que debemos continuar pagando la muy sobrevaluada reconstrucción de la antigua refinería de Talara que nos costará US$ 6,400 millones para producir 95,000 barriles diarios. La refinería Al Zour en Kuwait, que será la más grande y moderna del mundo, cuesta US$ 4,100 millones para producir 600 mil barriles diarios. Es decir, refaccionar la vieja refinería de Talara va a costar mucho más que la nueva refinería más grande del mundo para producir seis veces menos. Todo esto, tomando en consideración que el Perú no es precisamente un país petrolero.
Un despilfarro imperdonable en los que pocos saldrán muy beneficiados. La gran mayoría de peruanos seguirá pagando durante muchos años la gasolina más cara, al igual que productos y servicios. Cuando piensen en la falta de hospitales, desempleo, cierre de empresas y demás perjuicios, recuerden que la debacle comenzó hace ocho años y no con el Covid-19. Ocho años que desperdiciamos y que hoy bien podría haber servido para labrar un país más sólido frente a esta crisis.
*Abogado y Analista Político