Ejemplar operación Chavín de Huántar (I parte)
Entonces presidente era seguro invitado a la celebración por el natalicio del Emperador de Japón Akihito.
Minutos después de las ocho de la noche del 17 de diciembre de 1996, 14 terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) ingresaron a la Residencia del Embajador Japonés en Lima, en lo que es considerado una de las tomas de rehenes más largas de la historia [126 días] y que terminó con el operativo militar Chavín de Huántar, un ejemplo estratégico en todo el mundo.
La Razón presenta desde hoy la verdadera historia de esta operación que cumple 21 años este domingo 22 de abril, y que relata uno de los pasajes más decorosos de nuestras Fuerzas Armadas, pese a que aún hay quienes siguen con el dedo acusador contra los comandos.
PLANIFICACIÓN
Era martes y el día transcurría con normalidad. La noche cayó y la Residencia del Embajador de Japón en San Isidro era el escenario de una importante recepción con alrededor de 800 invitados. El motivo: el 63° aniversario del natalicio del Emperador Akihito, y en la reunión se entremezclaban políticos, diplomáticos peruanos y extranjeros, militares, policías y miembros de seguridad de los invitados del exterior.
Uno de los personajes de más importancia en la recepción era el entonces canciller Francisco Tudela; pero se había confirmado la presencia del presidente Alberto Fujimori, más por tratarse de un acto vinculado a sus antepasados. Pero no fue así.
Según se supo después, parte de la organización de la toma de rehenes por parte de los terroristas del MRTA se gestó en un inmueble continuo a la Residencia diplomática, que funcionaba como una falsa ONG.
El local utilizado para iniciar la toma había sido alquilado meses atrás por una pareja joven, con dos niños y de aspecto más o menos similar al de los vecinos de ese barrio sanisidrino de clase media alta, quienes informaron que además de residir allí lo utilizarían para una oficina de estudios sociales. Nadie sospechó de ellos.
Aunque se encontraron allí algunos catres, vajilla y prendas que sugieren que fue punto de alojamiento de más de una decena de personas, la Policía consideró que la mayoría de los subversivos llegó en las horas previas a la toma de rehenes en una ambulancia robada meses atrás.
TODOS ARMADOS
A muchos sorprendió que fuera Néstor Cerpa Cartolini y sus camaradas los que actuaran de manera tan decidida y se atrevan a accionar contra estos personajes de gran interés, pues era conocido que las principales acciones terroristas eran obra de Sendero Luminoso, golpeado años atrás con la captura del genocida Abimael Guzmán.
Pero ingresaron. Para ello dinamitaron la pared limítrofe entre ambas residencias, avanzaron y los asistentes en los jardines entraron en pánico y se refugiaron dentro de los distintos espacios en la sede diplomática nipona. Cerpa y sus secuaces estaban armados y les comunicaron que eran rehenes.
La Policía estimó que algunos de los asaltantes ingresaron primero, confundidos entre los mozos que servían en la fiesta de cumpleaños del emperador Akihito, y quienes efectuaron disparos en otro punto de la residencia para distraer la atención de los custodios.
Algunos ingresaron disfrazados como cocineros y mozos de servicio para la recepción diplomática, desenfundaron armas, incluyendo fusiles AKM, y obligaron a los invitados que departían bajo un toldo en el jardín a tenderse en el suelo.
Los propios miembros de seguridad del recinto diplomático cerraron las puertas posteriores, creyendo que las balas venías de afuera. Ahí se iniciaron los días más largos para decenas de políticos y diplomáticos que pasaron ahí la Navidad y el fin de año.
Con el correr de las horas y días, los terroristas fueron liberando rehenes –mujeres, ancianos y empleados del evento– a petición del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), sobre todo los que no tenían “peso político”. No obstante, liberaron al dirigente de izquierda Javier Diez Canseco y a Alejandro Toledo, quien luego de convertiría en Presidente. También fue liberada –supuestamente sin saber de quién se trataba– la madre de Alberto Fujimori.
LAS MOTIVACIONES
Entre las primeras exigencias de los emerretistas estaba la liberación de 465 integrantes de este movimiento terrorista dispersos en distintos centros penitenciarios del país, cosa que desde un inicio fue rechazado por el gobierno de entonces.
Los servicios de inteligencia también llegaron a la conclusión que uno de los objetivos del planeamiento de la acción terrorista era el propio Alberto Fujimori, quien era casi un hecho iba a estar presente en la reunión. Pero el cálculo les falló al MRTA.
A través del teléfono celular de uno de los rehenes, una radioemisora local logró conversar brevemente con un terrorista, presumiblemente Néstor Cerpa, el comandante de la operación, quien hasta entonces era conocido como “comandante Huertas”.
Este calificó a los rehenes de “prisioneros de guerra”. “Comenzaremos a ajusticiar a los prisioneros” si Fujimori no cedía, advirtió. “La liberación de todos los compañeros o nos morimos todos con los rehenes. ¿Estamos claros?”, expresó. Menos mal esta amenaza no se ejecutó, tal vez por la imagen que el MRTA quería dar al mundo: no ser un grupo sanguinario.