Dos sicarios dispararon contra un individuo con historial delictivo, resultando en el lamentable impacto de una bala perdida a la vendedora
La noche del domingo pasado, una celebración en una pollada bailable terminó en tragedia cuando dos individuos sospechosos de ser sicarios ingresaron al evento, resultando en la muerte de dos personas. El incidente ocurrió en una casa ubicada en el distrito de San Juan de Lurigancho. Las víctimas fueron identificadas como Jefferson Aguilar y una vendedora ambulante del lugar.
Según relatos de testigos, Aguilar estaba con amigos disfrutando de bebidas cuando fue específicamente buscado por los agresores. Estos llegaron armados frente a la casa donde se celebraba el evento y sin previo aviso comenzaron a disparar.
Aguilar, quien tenía antecedentes policiales por posesión de armas y tráfico de drogas, recibió varios disparos de los sicarios. Después de completar su tarea, los agresores escaparon en dos motocicletas, dejando detrás caos y angustia.
Durante el incidente, un disparo perdido alcanzó el estómago de una vendedora ambulante presente en el lugar. Según una amiga suya, la señora estaba vendiendo dulces, cigarros y caramelos ese día, y había decidido quedarse un poco más en la pollada con la esperanza de vender todos sus productos.
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Los dos heridos fueron llevados de inmediato al Hospital 10 de Octubre, pero a pesar de los esfuerzos médicos, ambos fallecieron. La escena del crimen mostraba ocho cartuchos de bala, lo que reflejaba la intensidad y la violencia del ataque, según informaron las autoridades.
La familia de la vendedora ha pedido apoyo para reunir fondos destinados al funeral, dado que carecen de recursos suficientes. Este incidente subraya la difícil situación que enfrentan muchas familias en el distrito, afectadas no solo por la violencia, sino también por la pobreza.
La Policía Nacional del Perú (PNP) está llevando a cabo una investigación minuciosa y está revisando las cámaras de seguridad disponibles en la zona para identificar a los responsables del crimen. San Juan de Lurigancho, un distrito conocido por su elevado índice de delitos, se enfrenta una vez más a la dura realidad de la violencia que afecta sus calles.
