Fue ofrecido a Alianza Lima en busca del protagonismo que le permita retomar su nivel y llegar al cien por ciento a la Copa América
Por objetivos profesionales y la obligación de competir sin pausas que condicionen su titularidad en la selección peruana, Pedro David Gallese Quiroz le solicitó apoyado por su equipo empresarial a la directiva de los Tiburones Rojos de Veracruz libertad para concertar su traspaso a un club que le permita “mostrarse” en la dimensión deseada.
Por ende, el miércoles 5 de diciembre fue declarado “transferible” con la convicción de ser blanco de una serie de propuestas que, finalmente, nunca llegaron. La ruleta de la fortuna se le paró de pronto al arquero mundialista. Los Tiburones Rojos, para colmo de males, jugaron cuatro amistosos y en ninguno de ellos apareció el “cuidarredes” peruano.
A partir de entonces fue ofrecido al subcampeón Alianza Lima, como también a otros clubes de cierto linaje de Sudamérica, objetivo que le sedujo por el volumen de competencias que deberá afrontar el plantel íntimo a lo largo de la temporada venidera. Jugar la Copa Libertadores y medirse ante un rival como River Plate son razones de peso que lo harían volver al fútbol peruano después de tres años. Claro está que el “Pulpo” necesita la bendita continuidad, esa exposición que no deje en tela de juicio su convocatoria a la selección, justo en el año de la Copa América a disputarse en Brasil.