Por Juan Sotomayor
Más allá de saludos y ceremonias protocolares, la reciente conmemoración del Día Internacional de la Mujer debe servirnos para resaltar la necesidad de atacar de raíz dos problemas que aquejan a nuestra sociedad en la actualidad: el acoso y el feminicidio.
Es cierto que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en materia de igualdad de derechos en favor de la mujer, adquiriendo ésta mayor participación y mejor posicionamiento en la vida política, social, económica y cultural de nuestra sociedad. Sin embargo, quedan rezagos de actitudes machistas que no hacen más que minimizarlas y entorpecer su pleno desarrollo en la sociedad.
El acoso contra la mujer en sus diferentes modalidades (laboral, económico y sexual) es muy frecuente y ampliamente tolerado. Casos emblemáticos que ocupan primeras planas por estos días, nos refriegan en la cara esta lamentable situación. Y son muchos los que todavía toman el tema a la broma.
En el caso de los feminicidios, la realidad es más preocupante todavía. Un dato escalofriante nos dice que en el año 2018 hubo 149feminicidios, pero el poder judicial, en el mismo periodo, sólo emitió ocho sentencias condenatorias. En el presente año ya van 26 casos y solo se ha capturado a 16 presuntos autores.
La sensación de impunidad y la gran posibilidad que no pase nada, es un elemento que suma en contra de toda la buena voluntad que podemos tener para afrontar estos problemas. La administración de justicia no es disuasiva desde ningún punto de vista.
Pero la inoperancia judicial es solo la punta del iceberg. El problema es mucho más profundo y tiene que ver con patrones culturales muy arraigados que debemos replantear de inmediatodesde todos los sectores, empezando por nuestros menores hijos. Es imprescindible inculcarles el pleno respeto a toda persona, especialmente si se trata de una mujer.
Las reacciones de las instituciones tutelares y de todas las entidades públicas y privadas, debe ser inmediata cuando estemos frente a un caso de acoso o violencia contra la mujer: además de las acciones penales, se debe aplicar destituciones en el trabajo, retiro de colegiaturas profesionales ytrabajos comunitarios, por citar algunas medidas. El repudio social puede ser más efectivo que la justicia formal. Empecemos de una vez.