“¡Hemos matado a cuatro perros del estado!”, afirmó eufórico (capítulo VI)
En el segundo día del asalto a la comisaría de Andahuaylas, (domingo dos de enero) empieza a llegar de Lima y Huancayo personal de fuerzas especiales, principalmente unidades especializados del SUAT, DIROES, Escuadrón Verde.
A las cinco de la madrugada, en la iglesia ubicada al costado de la Plaza de Armas, el capitán Carlos Cahuana pasa revista a su patrulla conformada por 12 efectivos (2 de EDEX, 2 del SUAT y 8 del Escuadrón Verde).
El personal policial especializado había llegado a las diez de la noche y después de pernoctar en unos ambientes del penal se prepararon para entrar en acción.
El Capitán Cahuana comunica a su patrulla que la misión era impedir que los ciudadanos civiles ingresen al punto de conflicto. A fin de lograr ese objetivo ordena el desplazamiento de los efectivos hacia las faldas del cerro Huayhuaca, donde se encuentra el puente Colonial Anccoyllo que está sobre el río Chumbao.
Con ese objetivo y viendo la envergadura del problema, efectivos policiales se desplazaron en dos columnas de 14 efectivos cada una. Cuando se encontraban a 20 metros a la rivera del puente, por las faldas del cerro (aún no habían cruzado el puente) fueron emboscados por los etnocaceristas , quienes tenían armas de largo alcance.
El personal policial se tira al suelo para protegerse. El suboficial de tercera Martín Ericsson Alvarado Rojas fue herido en la frente por una esquirla, cuando estaba caído se percata que a sus costados estaban heridos otros dos de sus compañeros, uno del Escuadrón Verde. Así herido, dispara, repeliendo el ataque que venía del cerro.
En la emboscada cayeron heridos el teniente Carlos Chávez y el capitán Cahuana, este último de un disparo mortal. Los cuatro policías muertos se llamaban Carlos Cahuana Pacheco, Luis Chávez Vásquez, Ricardo Rivera Fernández y Abelardo Cerrón Carbajal.
Mientras esto sucedía, la noticia se había regado en la Comisaría que habían dado muerte a cuatro policías y les habían despojado de sus armas.
Los etnocaceristas estaban alborotados y Antauro, al saber la noticia, empezó a dar vivas y dio una entrevista mencionando que se había matado a cuatro efectivos policiales y les habían quitado sus armas.
El comisario Miguel Canga se acerca a la ventana que daba al patio de la comisaría y pudo observar que Antauro se dirigía a su gente dando vivas a la revolución, indicando que así iban a morir todos los perros sirvientes del gobierno.
“¡Hemos matado a cuatro perros del Estado!”, gritó eufórico Antauro.
Antauro Humala dijo entonces que esto era una consecuencia de la mala política económica del Gobierno y de la medida de pase a retiro de muchos oficiales de la Fuerzas Armadas. Acusó a Toledo y lo responsabilizó por las víctimas de la revuelta andahuaylina.
En comunicación radial, Antauro explicó por qué eligió Andahuaylas: “En Andahuaylas se formó el último ejército cacerista en la campaña de la Breña. Ahora hemos considerado volver a retomar el lugar donde quedó el último ejército”.
Ese día, el comisario le increpa a Antauro por qué no los había soltado como lo prometió. El hermano de Ollanta Humala le responde que iban a liberar a ningún policía y que a partir de esos momentos eran sus rehenes.
El comisario pide que un médico vea a los policías heridos y en un momento de lucidez los etnocaceristas permiten que un galeno revise a todos los heridos y les proporciona algunos medicamentos.