En muchas oportunidades nos hemos referido a las consecuencias que sufren nuestros policías, cuando en cumplimiento de su deber constitucional de custodiar, mantener o recuperar, de ser el caso, el orden público, son investigados y procesados, sea por haber causado muertes o lesiones, sin distinguir los actos en que se repele el vandalismo de lo que es la represión de las manifestaciones que pudieren ser legítimas.
Las investigaciones y procesos a los que nos referimos, instaurados contra miembros de las Fuerzas del Orden, son interminables, duran años de años, diríamos que hasta lustros y décadas, en que se tiene a nuestros policías sometidos a permanente maltrato bajo el disfraz del control jurisdiccional.
Una de las consecuencias de tamaño vejamen es que ante hechos delictuosos o que aparentan serlo, para no verse luego perjudicados los policías con los juicios interminables, simplemente miran para otro lado.
El tema viene a colación, pues a través de las redes está circulando un texto de supuesta autoría policial, lo que no podemos corroborar, pero si copiar a nuestros lectores, dado que el relato es conmovedor y refleja la realidad del sufrimiento policial.
El texto aludido refiere que un policía al ver un asalto a una dama que llevaba en brazos a su hijo, tuvo el impulso de intervenir, pero en simultáneo pensó; “No tengo apoyo de nadie, ni del lugar en que trabajo, no tendré carrera, el Ministerio del Interior no me defenderá, el Ministerio Público me acusará y el Poder Judicial buscará sentenciarme, la legislación está siendo acomodada por el transgresor, la sociedad me condena. Mi familia, ellos me esperan en casa”.
El policía en cuestión, que pudo evitar el hecho de sangre, no intervino y no lo hizo por las vergonzosas consecuencias que pudo ello acarrearle. Los hechos descritos suceden a diario, como también a diario la falta de reacción policial por las perversas consecuencias que luego de su intervención le acarrea.
En su relato el policía manifiesta que al no intervenir no tuvo que ver al Ministro del Interior expresar “que fui irracional al impedir que el victimario matase a una mujer por un bolso”, también que no tuvo que escuchar expresiones de jueces y fiscales afirmando que “ese policía solo sabe meter palo y disparar”, ni menos aún vio “las manifestaciones de los organismos de Derechos Humanos reclamando justicia e indemnización para la familia del pobre muchacho muerto vilmente a manos de la Policía represora, poco preparada y que actúa precipitadamente, a la vez que pide encarcelar al policía que abusó del poder”.
En las reflexiones del policía añadió que, con su omisión de intervención, no tuvo que ver a cierta prensa haciéndole falsas acusaciones, ni le tuvieron que retener el arma, ni tampoco retirarlo del servicio durante las investigaciones, como tampoco conseguir apoyo abogadil y sufragarlo de sus escasos peculios.
Como hemos expuesto en otras oportunidades, no se trata de modificar normas legales, que las tenemos adecuadas, sino que los operadores del Derecho como son fiscales y jueces, no se excedan en sus prerrogativas y cumplan con los plazos, lo que nos hace recordar el viejo aforismo de que “Justicia tardía, no es Justicia”.