La expulsión de la pseudo República Saharaui (Rasd) de la Unión Africana, la amenaza alarmante de los grupos separatistas (Polisario) para la puesta en marcha de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLECAF) y el plan de autonomía marroquí para el Sáhara, como única solución viable y definitiva para el conflicto artificial, fueron las principales conclusiones del seminario internacional «El imperativo de la reactivación post-covid: Cómo la resolución de la cuestión del Sáhara puede reforzar la estabilidad y la integración de África«.
El evento se realizó en Dar-Es-Salam (Tanzania) y fue coorganizado por el Institute of Peace and Conflict Studies (IPCS) y Tanzania Peace Foundation (TPF).
Asimismo, se deploró el rompimiento unilateral de las relaciones diplomáticas de Argelia con Marruecos y como señaló el geopolitólogo ruandés, Ismael Buchanan, “Argelia asume una responsabilidad histórica en el diferendo regional en torno al Sáhara marroquí, dada su participación demostrada en la génesis y perpetuación de este conflicto artificial”.
Dicha ruptura por parte de Argelia -a pesar que el rey Mohammed VI extendió una mano de amistad- fue calificada por los asistentes de «revés mayor» en el proceso político, para encontrar una solución justa, sincera y creíble basada en el diálogo y el compromiso.
Los participantes al magno evento regional afirmaron que el diferendo regional en torno al Sáhara marroquí constituye un «freno importante» a la integración económica de África y un obstáculo a la paz y a la estabilidad en el continente, por lo que destacaron la urgencia de encontrar una solución realista y definitiva a este diferendo artificial, sobre la base de la iniciativa marroquí de autonomía, para acelerar el proceso de integración en el contexto actual, marcado por la urgencia provocada por las repercusiones económicas y sociales de la pandemia de Covid-19.
Al enfatizar la importancia de Marruecos, saludaron su compromiso inquebrantable en la promoción de la cooperación sur-sur basada en un enfoque de «mutuamente beneficioso», lo que demuestra la firme convicción del Reino del potencial del continente.
UNIÓN AFRICANA DEBE RECUPERAR PRESTIGIO
En otro momento, los asistentes hicieron hincapié en los debates que es imperativo expulsar a la pseudo «Rasd» de la Unión Africana y de todos sus órganos, para que la organización panafricana pudiera desempeñar un papel constructivo, alcanzar los objetivos del programa 2063 y contribuir positivamente a los esfuerzos de las Naciones Unidas, para una solución definitiva del diferendo regional sobre el Sáhara marroquí.
Al mismo tiempo, se resaltó el nuevo modelo de desarrollo de las provincias del sur de Marruecos, lanzado por el Rey Mohammed VI, con un enfoque particular en sus diversos proyectos titánicos que afectan a sectores clave, como las infraestructuras, las energías renovables, logística y educación superior, entre otros.
Igualmente, se subrayó la dinámica positiva de la apertura de más de una veintena de representaciones diplomáticas en Dajla y Laayún, cuyo impulso refleja una consolidación del reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre su Sáhara y que es visto como un gran triunfo diplomático.
INJUSTICIA HISTÓRICA
Por otra parte, Fahmi Said Ibrahim, excanciller de las Comoras, dijo rotundamente que la expulsión de la pseudo «Rasd» de la Unión Africana (UA) corregirá una «injusticia histórica» y permitirá a la organización panafricana recuperar su prestigio y su credibilidad.
Agregó que hay que procurar que este lamentable precedente no se repita nunca más y que la expulsión de la «Rasd» de la UA aportará una «contribución importante» a la solución de la cuestión del Sáhara al reforzar la neutralidad de la organización panafricana en este conflicto artificial.
“Un organismo regional neutral -prosiguió Ibrahim- no tiene derecho a erigirse en sujeto de derecho internacional, otorgándose la prerrogativa de decidir sobre el estatus de Estado de una entidad no reconocida como tal por la ONU, y que no posee ninguno de los atributos de un Estado independiente y soberano”.
VOLUNTAD POLÍTICA
Ibrahim se refirió, además, a los elementos históricos que prueban la marroquinidad del Sáhara, resaltando que diversos documentos jurídicos, algunos de los cuales datan del siglo XVII, presentados a la Corte Internacional de Justicia, confirman la existencia de un vínculo de soberanía indiscutible y constante de Marruecos sobre el Sáhara.
Dijo finalmente que la solución de este conflicto regional favorecerá indudablemente la unidad y la integración socioeconómica de África, así como el fortalecimiento de la cooperación entre los diferentes bloques regionales del continente.
De otro lado, los participantes, y en forma unánime, afirmaron que la iniciativa marroquí de autonomía representa una «solución política justa, duradera y mutuamente aceptable», de conformidad con las últimas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
De acuerdo a un comunicado final de los organizadores emitido anoche, tal solución requiere, según los oradores, una «fuerte voluntad política» de las partes, así como de la comunidad internacional, una voluntad política claramente demostrada por Marruecos y rechazada por Argelia, a la vez que pidieron también unánimemente un «panafricanismo revitalizado» que se basa en la unidad, la paz y la estabilidad, la integración económica, el crecimiento y el desarrollo.
RESPONSABILIDAD DE ARGELIA
El internacionalista Buchanan criticó la participación de Argelia en el conflicto del Sahara porque “ha sido manifiesta en los frentes diplomático, jurídico, financiero y militar desde el nacimiento de este conflicto regional. Es evidente que el Polisario solo debe su supervivencia a Argelia, que lo apoya (…). La diplomacia argelina apoya abiertamente al Polisario y hace de esta cuestión la prioridad de su política exterior y ese patrocinio indefectible convierte Argelia -en el que el «Polisario» es el sustituto- una parte real en este conflicto artificial.
Los informes del secretario general de la ONU, así como las últimas resoluciones de su Consejo de Seguridad, consideran que Argelia es una parte en el conflicto, una parte cuya responsabilidad no puede ser cuestionada, explicó finalmente Buchanan.