Hace algunos días apareció en el diario “La Razón” un artículo que hablaba de la cochinada y pestilencia que emanaba un ciudadano, el que para orgullo de los picapleitos también es abogado.
El autor del artículo dio una clase magistral a un arbizú, el tal enemigo de la higiene, al que hoy llaman “Harry el sucio”. Lástima por aquel sujeto que, en lugar de ir a bañarse, al toque, ha preferido ir a llorar aduciendo que lo discriminan, tal y conforme como un tal gorriti al que lo asustan las rosas blancas.
Un salta patrás que es congresista, salta a la yugular de los empleados que el Estado paga para que “lo asesoren”. A los empleados les robaba el sueldo en un porcentaje de diez por ciento “como colaboración” y caso de que fueran favorecidos con un bono de allí debían desprenderse del 50%, para dárselo a este inmoral congresista. Felizmente ya le abrieron su carpeta para meterlo donde se merece, la cárcel. Este inmoral se ha sumado a los mochasueldos –hoy blindados y perdonados con la bendición de monseñor Williams.
Y dijo en su defensa el inmoral: ¿Cómo es posible que a los que les dio trabajo; a los que nunca en su vida ganaran lo que en el Congreso… así me pagan denunciándome. “Que yo de puro noble les di trabajo”.
Como este asaltante con corbata, hay muchos otros en el callejón. Pero monseñor Williams no se hace paltas. Solo se dedica para ver con qué rublo o pretexto pueda regalar más dinero a los viandantes que pululan por los pasillos del callejón, que dada la afluencia se chocan y se obstruyen en el caminar …entre ellos. En el callejón no hay nadie que regule el tráfico de los vagos hasta hoy. Como ven, la moralidad por los suelos.
Y ¿el presbítero Williams? Ese se hace el sueco.
Hablando de moralidad que pareciera que ha desaparecido entre los políticos más bien hay que anotar que la inmoralidad fuera su buen vivir. Por ejemplo, un bellaco, recientemente excarcelado anuncia que de llegar al gobierno, algo que no se dará jamás de los jamases, dará libertad; indultará al corrupto y golpista Pedro Castillo. Hizo hincapié que no lo haría por cariño o simpatía si no que -agárrense que lo que viene es de almanaque—“para darle una lección de moral”, puesto que cuando el chotano estuvo en el poder no lo excarceló. Malo, malo, muy malo; yo sí le voy a dar una clase de moral.
¡La pita que se partió!
Como este chiflado –igual al patriarca, dicta clase de moral entonces qué enredo es ese cuando dice que le va a dar chicharrón al calzonudo, su hermano, que tampoco le dio libertad cuando sufría prisión en “las mercedes”, un anexo de hotel cinco estrellas. Otros, se pudren en Lurigancho o en Castro, Castro.
Y congresistas y políticos van derramando lisura y media con cada estupidez que dicen o se les ocurre. Para ejemplo uno, este es otro chiflado, que es congresista, no encontró mejor tema para “ayudar al país salir del marasmo” que impulsar matrimonio entre un vejete y una menor de edad. ¿Acaso es delito? Se preguntó este aspirante a pedófilo, hijo de la guayaba. Monseñor Williams sigue contemplativo, en oración.
Aprovechando esa “moda de los progres, de la inmoralidad “machorras y maricones ya no se guardan nada. Fuera recato o pudor. Tanto que hubieran amanerados (en la Tv) que hacen dulcetes reportajes a las “parejas” de los rosquetes. Y se solazan viendo cómo y con qué cariño se abrazan, besan en tv, maricones y parejos. Así avanza el país.
Y como todo esto no es más que un rompan filas con la moralidad, no vaya a ser que Harry el sucio se anime a salir desnudo a la vía pública derramando toda su pestilencia.
No queda más que lanzarle la maldición gitana a este arbizú: ojalá que te bañen y… ¡que te guste!
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.
