Ricardo Sánchez Serra
El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha causado terror a las izquierdas, ha puesto en alerta a las organizaciones rojas pro derechos humanos, ha asustado a los gais, y ha dejado escépticos a muchos.
No hay nada que alarmarse, Bolsonaro gobernará Brasil, no al mundo. Triunfó sobre un desgastado Partido de los Trabajadores (PT), imbuido en corrupción y que administró el país durante trece años, sin valores, con resultados desastrosos -además que lo carcomió la corrupción- hundiendo internacionalmente al país. Así lo dejaron, un Brasil opacado y sin influencia internacional.
Brasil quería un cambio: seguridad, lucha contra las drogas, una economía fuerte –primero sanearla-, dirigido con valores y volver a ser potencia. A sus habitantes no les importó los millones que gastaron en campaña los del PT (dicen que cerca de 30 millones de dólares), frente aun millón del partido Social Liberal.
¿Cómo tratar una economía enferma? Bolsonaro tendrá que tener mucho cuidado por el tremendo endeudamiento de los gobiernos anteriores. Reducirá el gasto público. Por lo pronto comenzará a privatizar las empresas públicas (“Proyecto Fénix”), no sabemos si lo hará escalonado o de golpe. Se necesitan medidas fuertes, como las que hubo en Perú en 1992, sin conmoción social.
A Macri, por ejemplo, los engreídos sindicatos argentinos, le hacen la vida imposible; así que tendrá que verse en el espejo argentino para evitar las sediciones. Su primer viaje al exterior será para visitar al Chile de Sebastián Piñera, seguro para pedirle consejos, porque esa economía es ejemplar.
Pretende revitalizar los valores. Volverá la educación moral y cívica, borrará del mapa a la ideología de género, prohibirá el adoctrinamiento sexual en colegios y fortalecerá a la familia.“El principal objetivo del Ministerio de Educación será transmitir “los valores de la familia” en la enseñanza”. Ello se encuentra en su documento “Camino a la prosperidad”.
Compondrá la política exterior, que ya no tendrá tinte ideológico. Se acercará a los gobiernos democráticos de derecha y se alejará del Mercosur. Se retirará de las Comisiones de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Con respecto al Perú, el presidente Martín Vizcarra ya le extendió la mano y el objetivo es tener la mejor de las relaciones, al mantener, asimismo, la frontera más amplia con ese país y trabajar por el desarrollo de esas zonas marginales.
Bolsonaro, yo quiero un presidente como tú.