Por: Iván Torres La Torre
Reza el refrán: “A río revuelto, ganancia de pescadores” y éste se aplica como anillo al dedo a la situación o al escenario que todos hemos apreciado del rio revuelto entre el oficialismo y el gobierno y los pescadores que salieron ganando, Alberto Fujimori y Kenji Fujimori.
En primer lugar, la política es un arte: arte de gobernar, de construir un país, de conservar una identidad nacional y cómo no, también es el arte de negociar y de leer entre líneas. Estos dos últimos factores, fueron los que utilizaron un experimentado Alberto Fujimori y su apasionado hijo Kenji en busca de su indulto, ante la vorágine de la oposición que ponía un ultimátum al Presidente de la República para que renuncie y que confiaba en la ciencia perfecta de las matemáticas, apoyada en el respaldo de su bancada numerosa y poderosa al momento de la toma de decisiones congresales, olvidando que la política no es una ciencia perfecta. Confiar en los números de una bancada, sin negociar objetivos superiores, fue su error.
Ahora bien, históricamente las negociaciones en la política han existido y nos guste o no, esa dinámica va a continuar siempre. A quien le irrite sobremanera estos procedimientos, lamentablemente no conoce la política. Las negociaciones son el motor de la política; son el eje sobre el cual gira y se articula la política; claro está, siempre y cuando, estas negociaciones no atenten contra los principios nacionales y no atenten contra la razón de patria.
La negociación del indulto era más que evidente. Prensa y políticos lo sabían. La izquierda hoy escandalizada por esta negociación es evidente que lo sabía desde antes, pero no tenía más opciones: o votaba por la vacancia aceptando que el Congreso fujimorista controle el gobierno o, con su abstención, decidía por el perjuicio menos dañoso para sus propios intereses, que era el indulto. Esa era la decisión en el tablero de ajedrez que tenía la izquierda. Una tercera salida no existía.
Tenemos entonces que el indulto está dado. El perdón ha sido otorgado a Alberto Fujimori y también ha sido favorecido con un derecho de gracia. En términos taurinos, don Alberto cortó oreja y rabo y dictó clase magistral para su heredero preferido, políticamente hablando, Kenji Fujimori. El expresidente no ha perdido nada. Con negociación o sin ella, los escándalos hubiesen existido ante su libertad y eso lo sabemos todos. En todo caso, es un derecho que como peruano le corresponde constitucionalmente, máxime que fue Presidente de la República y para tirios que mandan y troyanos que obedecen, se le han reconocido valiosos méritos en su gestión de gobierno y aquellos errores o delitos cometidos, no le impiden obtener un derecho.
Finalmente, que el indulto sirva para cerrar una brecha histórica para el país. Que llame a la reflexión política y que cesen los discursos agresivos por el bien de la reconstrucción nacional moral y política. Hasta la próxima semana.
(*)Abogado
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