César Campos: “A Nicolás Maduro hay que perseguirlo hasta capturarlo y condenarlo”

– ¿Qué sensación le dejó que Nicolás Maduro haya juramentado por un periodo más en Venezuela, pese a que la ciudadanía votó por Edmundo González?

Que le da una nueva oportunidad al mundo democrático, sobre todo de América Latina, de dar un paso más allá de la simple protesta, o la resistencia o la propaganda acerca de la legítima elección de Edmundo González Urrutia. Yo creo que ya es hora de que en este momento América Latina y el mundo cierre filas para poder rescatar al pueblo venezolano que está bajo el dominio de una tiranía de lo más burda, además, que bajo las propias reglas de juego que ellos mismos crearon, avalaron y aceptaron, han hecho un fraude descomunal. Ni siquiera han recurrido a esa pantomima propia de los regímenes comunistas de hacer asambleas populares con el voto indirecto para que se pueda justificar o legitimar a un dictador, como fue en el caso de Fidel Castro en Cuba y ahora lo es Daniel Ortega en Nicaragua y en otras naciones. De tal manera, que por el contrario de lo que pueda significar una derrota, yo creo que es una nueva oportunidad para que América Latina, así como se hizo con la creación del Grupo de Lima en el año 2016 por iniciativa del entonces presidente peruano Pedro Pablo Kuczinsky, ahora debemos dar un paso más adelante para fomentar una propuesta de rescate del pueblo venezolano de su democracia y de su propia soberanía.

 

– ¿Sirve de algo que se reconozca a Edmundo González como presidente electo, no teniendo él en la práctica el poder?

Ya se ejerció eso con Juan Guaidó y vimos que el resultado fue inoperante porque simplemente no pasó de la retórica, no pasó del reconocimiento, no pasó de algunas amenazas que se le hacía a Venezuela y Venezuela, por el contrario, trató de afianzarse con otros regímenes, por supuesto totalitarios, como son los de República Popular China, con la Federación Rusa o con Irán mismo, sus lazos de amistad de tal manera que podía evidenciar que no requería del apoyo del mundo occidental para poder legitimarse. Yo creo que ahora estamos ante un desafío diferente, no basta efectivamente con reconocer a González que no tiene el ejercicio del poder, sino que hay que tratar de lograr una sinergia, una coherencia con el pueblo venezolano que está siendo en este momento reprimido, amenazado y coactado en su libertad por la alianza mafiosa de Nicolás Maduro y toda la élite chavista con las Fuerzas Armadas que también está recontra corrupta. Hay que prestarle atención a este pedido del gobierno de los Estados Unidos de una importante recompensa de más de 25 millones de dólares, tengo entendido, por la cabeza de Maduro. A este señor hay que perseguirlo hasta capturarlo y condenarlo por todas las violaciones a los derechos humanos, violaciones a los principios democráticos elementales y sobre todo por querer perpetuarse en el poder, conociendo las propias reglas de juego que él mismo impulsó.

 

– ¿Cree que la postura del gobierno del Perú, respecto a esta crisis de Venezuela, es positiva?

Hay que saludar de todas maneras la postura, que parecía por lo menos dudosa en el caso, de la señora Dina Boluarte, hasta hace algunos meses de que era lo que realmente pensaba respecto a Venezuela. Parecía que ella no quería meterse. Pero se ve la mano firme y sobre todo decisiva del Canciller Elmer Schialer, que ha propiciado pues una postura en la línea que ya anteriormente, quizás con un tono más político, había trazado Javier González Olaechea. Es lo bueno de nuestra cancillería que defiende intereses permanentes y el interés permanente del Perú tiene que estar al lado de la democracia. Ahora, en este momento lo que hace falta es actuar de una manera distinta, diferente y me parece mucho más coercitiva contra el régimen de Maduro de lo que se actuó en el año 2016 y 2017. Es el momento en que haya una fuerza, incluso podría ser hasta beligerante, que rescate al pueblo venezolano de esta postración que tiene ante una tiranía impuesta con el apoyo de la fuerza.

 

– ¿Cree que realmente Donald Trump pueda hacer algo para acabar con la dictadura en Venezuela?

No tengo plena confianza en ello. Donald Trump, que se ha mostrado a través de su cuenta de la red social X de una manera muy dura contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, sin embargo, todos los analistas internos de Estados Unidos señalan que él optaría por una especie de “realpolitik”, una convivencia quizás interesada también por el tema petrolero, pero que mantendría el estatus quo. Trump no es en todo caso el eje decisivo de lo que los latinoamericanos deberíamos hacer. Creo que en este momento no cabe la “realpolítik”, no puede haberla con tiranos. ¿Dónde están los verdaderos derechos humanos?, ¿Dónde está la defensa de los intereses de la soberanía de los pueblos? Si vamos a tratar de decir que, porque el señor Maduro se impone por la fuerza, no teniendo respaldo mayoritario y demostradamente no tiene el respaldo mayoritario de su pueblo, tenemos que admitirlo como nuevo presidente porque así son las cosas y hay que mejor llevar la fiesta en paz. Pues no. Yo creo que hay que tomar acciones mucho más decididas e incluso si vamos a tener que llegar a punto, reitero, de una beligerancia propiciada por los propios hermanos venezolanos que están en el exilio y hay que apoyarlos con todo para derrocar a esa tiranía, pues habrá que hacerlo. En eso no hay que tener miramiento, no hay que ser blando y tener una postura muy muy firme. Reitero, no se trata de una intervención injerencista de otros países sino bajo el liderazgo de los propios venezolanos exiliados como Enríquez, Juan Guaidó, todos los que estaban fuera del país, incluso, el propio Edmundo González Urrutia y demás. Que ellos serían los llamados a liderar esta fuerza beligerante que debe contar con todo el apoyo de América Latina.

 

– ¿Los peruanos deberíamos vernos en el espejo de Venezuela, en la campaña electoral que se viene?

En mi lectura histórica veo que en Perú nunca ha habido dictaduras que logren pasar un decenio. Si nosotros recordamos, el tejido social peruano no resiste, digamos, dictaduras de largo plazo. La tuvimos durante el oncenio de Augusto B. Leguía, por ejemplo, el siglo pasado, que fue once años y finalmente Leguía terminó siendo derrocado por las propias fuerzas del pueblo peruano. Igual se hizo con el “Ochenio de Odría”, que, teniendo todo el mando, el pueblo peruano no toleraba más. Esa dictadura tuvo que caer. El propio Alberto Fujimori y su gobierno, vamos a llamarlo autoritario, no plenamente dictatorial, pero autoritario, solamente duró diez años. Creo que en el Perú no caben dictaduras de largo plazo. Caben, sí, las posibilidades de que alguien se enamore de un tirano, de un dictador que ofrezca soluciones a la vuelta de la esquina. En eso sí, el peruano es muy blando y sumamente dúctil. Creo que el riesgo está, pero no para tener una dictadura como, por ejemplo, la de Venezuela.

 


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