El rechazo a la reforma constitucional en Chile implica varias implicaciones significativas, según los críticos
Por segundo año consecutivo, los ciudadanos en Chile han rechazado la propuesta de una nueva constitución para reemplazar la establecida durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Con el 99,86% de los votos escrutados, más del 55% de los chilenos votaron en contra de la última propuesta en un plebiscito el pasado domingo, mientras que aproximadamente el 44% votó a favor, según los resultados del Servicio Electoral de Chile.
El nuevo proyecto de constitución fue redactado por un consejo constitucional de tendencia derechista y se consideró más conservador que el que buscaba sustituir.
El rechazo a la reforma constitucional en Chile implica varias implicaciones significativas, según los críticos. Se temía que la nueva propuesta pudiera limitar los derechos reproductivos de las mujeres y permitir la expulsión de muchos inmigrantes irregulares.
El año anterior, los chilenos también rechazaron un borrador diferente redactado por una convención de tendencia izquierdista. Esa propuesta fue considerada una de las más progresistas del mundo y habría otorgado al Estado un papel destacado en la provisión de derechos sociales.
El proceso de redacción de una nueva carta magna comenzó en 2020, tras las extensas protestas por la desigualdad y el costo de vida que sacudieron al país en 2019.
Antes del referéndum del domingo, el presidente Gabriel Boric declaró que si se rechazaba la última propuesta, no habría una tercera votación, al menos durante su mandato. Esto sugiere que se espera que la constitución actual permanezca en vigor.
Tras el plebiscito constitucional, el presidente de Chile ofreció un discurso en el que afirmó que con este resultado «se cierra el proceso constitucional» y reconoció el veredicto alcanzado por la ciudadanía. Boric señaló que «nuestro país seguirá con la constitución vigente porque luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas ninguna logró representar ni unir a Chile en su hermosa diversidad». Además, destacó que «el país se polarizó, se dividió», y reconoció que «la política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile». Añadió que esta deuda se debe saldar alcanzando las soluciones que los chilenos necesitan y exigen.
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