Las autoridades de Zhuhai, China, demoraron casi 24 horas en comunicar el saldo mortal del atropello masivo que acabó con la vida de 35 personas el pasado lunes.
Horas después del incidente, imágenes de cuerpos en la calzada comenzaron a circular en redes sociales como Weibo y Xiaohongshu, las versiones chinas de X (antes Twitter) e Instagram, respectivamente. Sin embargo, estas publicaciones desaparecieron rápidamente debido a la vigilancia constante del contenido en internet por parte del gobierno chino. Inicialmente, las autoridades locales solo mencionaron la existencia de «heridos», omitiendo detalles sobre las víctimas mortales.
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El impacto de la censura en la cobertura mediática
El martes, casi un día después del ataque, los medios estatales informaron oficialmente sobre los 35 fallecidos. Apenas se confirmó la noticia, el tema se posicionó como tendencia en Weibo bajo el título: «Un hombre en Zhuhai atropella a la muchedumbre causando 35 muertos«.
El manejo oficial de la tragedia
Los medios estatales, como el Global Times y el Diario del Pueblo, publicaron información mínima sobre el atropello. En cambio, las instrucciones del presidente Xi Jinping sobre atender a los heridos y castigar al responsable recibieron una mayor cobertura.
El noticiero de CCTV, Xinwen Lianbo, dedicó apenas un minuto y medio a las declaraciones de Xi, omitiendo imágenes del lugar de los hechos.
Retiro de homenajes y restricciones a la prensa
Periodistas de AFP presentes en Zhuhai observaron cómo repartidores entregaban flores y velas en el lugar del atropello. Sin embargo, horas después, agentes de limpieza retiraron los tributos siguiendo «órdenes de arriba». También se reportaron restricciones para grabar videos en la zona.
Control informativo: Una práctica recurrente en China
China mantiene una política estricta de control de información, incluso en situaciones críticas. Casos como la leche contaminada en 2008, que afectó a 300,000 niños, o la tardanza en responder al brote de COVID-19 en 2019, reflejan el impacto de la censura en la gestión de crisis.
El atropello en Zhuhai se posiciona como uno de los atentados más graves en años, pero su cobertura mediática quedó subordinada al férreo control del gobierno. Esta situación reaviva el debate sobre la transparencia informativa en el país.