En su primer discurso, Lai Ching-te defendió democracia e independencia de la isla
China amenazó con tomar represalias contra Taiwán luego de la investidura de su nuevo presidente, Lai Ching-te y su primer discurso, en el que reafirmó la independencia y la democracia en la isla.
“Ha llegado la gloriosa era de la democracia de Taiwán”, sostuvo Lai, antes de agradecer a todos los ciudadanos que “se niegan a dejarse influir por fuerzas externas, que defienden resueltamente la democracia”.
A través del portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán, Chen Binhua, Beijing consideró estas palabras como una “confesión de independencia”. “China debe tomar contramedidas y penalizar a las autoridades del Partido Progresista Democrático (DPP) por connivencia con fuerzas externas en sus provocaciones a favor de la independencia”, sostuvo aunque no precisó de qué acciones se trataría.
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A continuación, reforzó la idea y agregó que “diga lo que diga (Lai) o cómo lo diga, no cambiará el status y el hecho de que Taiwán es parte de China… la reunificación completa de la madre patria debe realizarse y sin duda puede realizarse”.
A ello se sumó la persistente presencia de buques del régimen chino en aguas cercanas a la isla, cuyo único fin es intimidar a las autoridades.
En tanto, las palabras del nuevo presidente obtuvieron el respaldo de más de 40 países de la comunidad internacional que viajaron hasta Taipei para el acto -entre ellos ocho jefes de Estado que reconocen al país-, como Japón, Canadá y Estados Unidos.
En el caso de Washington, Joe Biden envió a una delegación conformada con el ex director del Consejo Económico Nacional, Brian Deese, y el ex subsecretario de Estado Richard Armitage, a quienes luego se sumaron palabras de felicitaciones del secretario de Estado, Antony Blinken.
El funcionario celebró la asunción de Lai y respaldó sus dichos al manifestar su voluntad de que las naciones mantuvieran “la paz y la estabilidad a través del estrecho de Taiwán”.
Como era de esperarse, Beijing también expresó su descontento hacia esta actitud, en un momento en el que la relación con la Casa Blanca se ve perjudicada por tensiones políticas y económicas.