Iván Torres La Torre
Nuevamente vivimos el fandango, el chisme, el chuponeo, la revuelta, el destape. Una vez más, todos los peruanos tenemos que presenciar actos de vergüenza por parte de nuestras autoridades y altos funcionarios, que definitivamente menoscaban la autoestima nacional. Nuevamente, los peruanos vemos componendas, lobbies, favores, arreglos, influencias, beneficios, entre los que ostentan el poder, de los cuales, como abogado puedo decir que muchos de ellos son delitos y otros no, pero que lamentablemente no dejan de dañar a la administración de justicia en el país.
Estamos todos totalmente de acuerdo que los actos corruptos tienen que denunciarse, investigarse, procesarse y sentenciarse como manda la ley en un Estado de derecho. La presente columna no cuestiona ello, tiene que ser así y no solamente debemos ser meros espectadores de estos actos de investigación, sino que también debemos exigir el cumplimiento de los debidos procesos pues caso contrario, esto sería peor que la jungla en la que ya vivimos.
Sin embargo, la carne viene con hueso, es decir, que si bien es cierto, el “chuponeo” trae magníficas revelaciones, también trae chismes de peluquería y morbo mediático que van calmando el apetito de los faranduleros políticos y que generan discursos moralizadores que a la población no le importan. Explicar en estas líneas situaciones tan delicadas, como las que vienen sucediendo en el país, me llevan al riesgo de no ser comprendido pero, déjenme decirles que todo esto de lucha contra la corrupción, que definitivamente es correcto, también trae mucho de lucha entre los poderes que es el hueso al que me refiero y que el pueblo peruano lo tiene que asimilar, escuchando discursos ya conocidos de reformas del sistema judicial, exigencias congresales, comisión de notables, renuncias irremediables, escándalos de terceros que no tienen nada que ver con los verdaderos chuponeados pero que, generan el negocio de millones y millones en anunciantes, ventas y cómo no, psicosociales contra una población que vive en la pobreza.
Mientras todo este fandango ocurre, me pregunto ¿Dónde está la agenda del señor Presidente y su gobierno? ¿Dónde está la gestión para la reconstrucción del norte? ¿Cómo quedan las políticas para controlar la inseguridad ciudadana? ¿Dónde está la política para atraer inversionistas internacionales para trabajar las grandes riquezas de nuestro país? ¿Cómo quedó el plan de educación nacional para nuestros niños y jóvenes? ¿Cómo va la ejecución de lineamientos para la reactivación económica del país? Pues bien, todo esto queda una vez más relegado ante el chuponeo, el chisme, el desprestigio malicioso, el delito, la corrupción y todo aquello a lo que nuestros gobernantes y autoridades ya nos tienen acostumbrados de manera infame, aprovechando la nobleza de esta gran nación. No perdamos de vista los verdaderos objetivos de un gobierno para el pueblo, que el delito no nos marque la agenda nacional. Hasta la próxima semana.