No hay duda que el cambio en la perspectiva sobre las personas con discapacidad, el primer lugar de la contención es en la familia. A continuación, detallaremos las actividades físicas y emocionales que ayuda el desarrollo integral del quienes tienen capacidad.
Daniela Aza, licenciada en Comunicación, es una conferencista en discapacidad que se encargada de sus redes sociales a “inspirar, motivar y educar” mediante sus vivencias e historias. Nació con una discapacidad, denominada Artrogriposis Múltiple Congénita (AMC), síndrome neuromuscular que afecta a una de cada 3 mil personas. Cabe precisar que genera contracturas y malformaciones miembros inferiores, por lo cual fue sometida a quince cirugías y muchos tratamientos.
Daniela habla su lucha cuando era una niña con discapacidad y las principales acciones que una familia debe genera para los jóvenes o niños que padecen diferentes discapacidades.
“El día que quise salir a la calle por primera vez estaba muy feliz. Me sentía plena, independiente y autónoma, a pesar de mis dificultades y limitaciones derivadas de mi condición, que no hacían fácil la experiencia. Aún así, me animé a la aventura de enfrentar los obstáculos que me ponía la sociedad”, dijo.
“Años más tarde de aquella ‘hazaña’, supe que mi papá me había seguido manteniéndose escondido con el propósito de protegerme”, continuó.
Es por ello que la señorita de 37 años nos dará algunas recomendaciones para fomentar y ayudar a los menores con discapacidad.
A travesar el luto
“No podemos avanzar hacia un nuevo tipo de crianza sin antes permitirnos un ‘duelo’ necesario por esas expectativas que teníamos y que no se cumplieron. Es importante como padres permitir la crisis ya que es la que nos va a permitir desahogarnos y expresar la angustia”, puntualizó.
Abrazar otros tiempos
“Es fundamental que podamos lentamente alejarnos de esa imagen de niño o niña ‘ideal’, que se suele promover. Una concepción romántica de la crianza que no hace otra cosa que imponernos límites y condicionar nuestra experiencia. No existe un niño o niña ‘normal’, sino diferentes experiencias y vivencias de acuerdo a las circunstancias de cada familia”, resaltó.
Concentrarnos en nuestras fortalezas
Muchas veces las familias pueden educar a sus hijos con discapacidad centrándose en las debilidades. «Por ejemplo, —dice— es importante notar sus avances a través de expresiones como ‘¿viste que podías?’ o ‘vos podés hacerlo’, sin hostigamiento o presiones y evitar o anular la infantilización mediante palabras como ‘pobrecito o pobrecita’”.
Unión familiar
“Sin duda, la familia es el sostén más importante en la vida de un niño o niña con discapacidad y cumple un papel fundamental en el desarrollo de su identidad”. Según Aza, construir una “identidad sólida, fuerte y consistente” dependerá de la familia.
Sostener, pero no retener
“Muchas veces padres y madres de niños con discapacidad creen que el bienestar de sus hijos depende de no sufrir, no enfrentar el entorno o los desafíos y obstáculos que les presenta la sociedad. Sin embargo, aunque es muy difícil de aceptar, esto no puede ser más que perjudicial para el desarrollo y crecimiento de ese niño o niña” mencionó.
Respetar los derechos
“Cada niño o niña tiene derechos que deben ser cumplidos y el caso de quienes tienen algún tipo de discapacidad no es una excepción. Hoy en día los niños, niñas y adolescentes con discapacidad son víctimas de estereotipos, estigmatización, bullying, aislamiento y de falta de oportunidades educativas”, señaló.
Pensar en su futuro
“Poco se habla sobre la adultez de las personas con discapacidad”, pero en muchos casos la autonomía es posible y los padres y madres deben preparar a sus hijos e hijas para afrontar su futuro, teniendo en cuenta que ellos un día ya no estarán. “Facilitar apoyos, fomentar la independencia y asumir responsabilidades, enseñar y animar a defenderse de prejuicios y discriminación son posibles actitudes que pueden tomar los padres en el proceso de crianza”, consideró.