Ambos países incrementaron el sueldo básico para 2025; sin embargo, continúan lejos de los primeros lugares en la región.
A finales de 2024, Colombia y Perú implementaron aumentos en sus salarios mínimos para el año 2025. En Colombia, el salario básico subió un 9,54%, alcanzando los 1′423.500 pesos mensuales, equivalentes a unos 321,51 dólares. Este incremento, oficializado mediante decreto presidencial por Gustavo Petro, ocurre tras un desacuerdo entre las partes involucradas en la negociación. Aunque el aumento supera la inflación proyectada, es inferior al ajuste del año anterior, que fue del 12%.
En Perú, la Remuneración Mínima Vital (RMV) subió de 1.025 soles a 1.130 soles, un incremento de 105 soles que entrará en vigor el 1 de enero de 2025. Este ajuste, anunciado por la presidenta Dina Boluarte, es el primero en más de dos años y responde a una necesidad de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores. Aun así, el salario mínimo peruano, equivalente a 301,69 dólares, sigue siendo bajo en comparación con otros países sudamericanos.
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Un panorama regional desigual
Ambos países se encuentran en una posición intermedia en la lista de salarios mínimos en Sudamérica. Uruguay lidera con 570 dólares mensuales, seguido de Chile (521 dólares) y Ecuador (460 dólares). Colombia ocupa el sexto lugar, mientras que Perú está un puesto más abajo. En contraste, Venezuela enfrenta la realidad más crítica, con un sueldo mínimo de apenas 3,61 dólares mensuales debido a su profunda crisis económica.
Los recientes ajustes salariales han generado debates en ambos países. En Perú, la Confederación General de Trabajadores (CGTP) criticó que el aumento no sea suficiente para cubrir las necesidades básicas y propuso un salario de 1.330 soles. Por su parte, en Colombia, las opiniones se dividen entre quienes valoran el incremento como un paso hacia la equidad y quienes temen que pueda tener repercusiones económicas adversas.
Uruguay y Venezuela: dos extremos
Uruguay consolida su liderazgo regional con un modelo que combina estabilidad económica y políticas sociales robustas, mientras que Venezuela continúa sumida en una grave crisis que impacta directamente en el poder adquisitivo de su población.
El contraste entre los países evidencia los retos económicos que enfrenta Sudamérica en cuanto a salarios y calidad de vida, destacando la necesidad de medidas más profundas para reducir las desigualdades en la región.
