¿Cómo preservar nuestra salud emocional?

por | Jul 4, 2022 | Especiales

La salud no tiene que ver solamente con la ausencia de afecciones o enfermedades. Según la OMS, se define como un estado completo de bienestar físico, mental y social.

El estado de bienestar integral en nuestra salud emocional lo alcanzamos cuando hay un equilibrio entre los factores físicos, biológicos, emocionales, mentales, espirituales y sociales.

La salud emocional es una vivencia dinámica, que no se define por un estado, sino por el modo en que cada quien es capaz de tolerar tensiones internas y atravesar conflictos de lo más diversos. Una persona sana no es la que no sufre, sino la que puede hacerlo desde un punto de vista que no es reactivo, con la capacidad para integrar diferentes emociones”, explica Luciano LutereauPsicoanalista, Doctor en Filosofía y Doctor en Psicología (UBA).

El cuerpo experimenta y reacciona a cómo uno se siente. Por ello, es muy importante escucharse a uno mismo, poniendo atención a las sensaciones que desarrollamos a diario, y pedir ayuda cuando nos sentimos sin herramientas o superados por la situación que se está atravesando.

Las emociones negativas ignoradas quedan ‘acumuladas’ en el cuerpo y repercuten en nuestra esfera física, psíquica y social de manera nociva. Por ejemplo, la angustia y el temor sostenido provocan ansiedad que, si no es tratada, puede conducir a trastornos del sueño, problemas digestivos, de concentración y/o rendimiento laboral, aislamiento social o también puede llevar a otros trastornos de la salud física o mental.

Desde un punto de vista preventivo, estos son algunos factores protectores de nuestro bienestar emocional:

ACTIVIDAD FÍSICA

La actividad física es buena templadora de las emociones, porque permite que haya distancia entre nuestros pensamientos y la elaboración (al imponer un corte que evita rumiaciones y persistencias). Para realizar un deporte, es preciso tener la capacidad de construir una escena lúdica de distensión que quienes padecen afectos rígidos no pueden implementar.

Además, es fundamental para prevenir enfermedades no transmisibles como las cardiovasculares, obesidad, diabetes y hasta algunos cánceres; y protege y potencia nuestra salud mental. Muchos estudios científicos demostraron que genera la producción de neurotransmisores como la serotonina y las endorfinas, que producen la sensación de placer y bienestar, contrarrestando el estrés y las tensiones.

VÍNCULOS

Los vínculos también son un componente central en la estabilidad emocional, dado que las relaciones sanas permiten que quien siente lo haga de una forma empática e incluyendo las perspectivas de otros, lo que le permite relativizar su visión egocéntrica y unilateral.

Por tanto, las relaciones sociales son un pilar fundamental en la formación de quienes somos, cómo pensamos y qué hábitos adquirimos. Hay numerosos estudios científicos que evidencian que los lazos sociales fuertes se relacionan con una vida más larga, y el aislamiento social o la soledad, con problemas de salud.

Los abrazos, besos y conversaciones afectuosas son el condimento fundamental para el bienestar, fortaleciendo los vínculos y la autoestima.

AUTOCUIDADO

Es fundamental que haya una rutina. Debemos ordenar nuestro tiempo, organizarnos y tener un plan diario/semanal el cual tenga un propósito, sea coherente y posible. Esto no solo optimiza nuestro tiempo, sino también ordena nuestra mente.

–          Realizar actividad física (al menos 30 minutos diarios).

–          Alimentación adecuada (ingerir abundante agua, frutas y verduras y reducir el consumo de alimentos ricos en grasas, alcohol, alimentos ultraprocesados).

–          Descansar (lograr un sueño reparador, en lo posible 8 horas por día).

–          Dedicar tiempo a la familia, amistades y al ocio; tener un momento recreativo, social y conectarse con los vínculos.

–          Conectarse con uno mismo ayuda a tener un momento de reflexión y escuchar al cuerpo, además de reducir el estrés (meditación, ejercicios de respiración, yoga u otros).

DESCANSO

Una persona emocionalmente saludable tiene un correcto descanso, porque al igual que con la actividad física, sabe que no se puede habitar una escena de manera continua y es necesario a veces hacer un corte. La noche y el sueño son una instancia privilegiada para reencontrar diariamente esa otra escena. Además, el sistema inmunitario emplea el tiempo de sueño para regenerarse, por lo que dormir bien lo restituye y fortalece.

NUTRICIÓN

Por último, también hay un impacto de la salud emocional en la nutrición, en la medida en que la reactividad ansiosa puede llevar a una desorganización de la alimentación, o bien hay emociones (como la tristeza) que cuando se fijan como estados pueden impactar negativamente (ya sea porque llevan a comer de más o todo lo contrario).

Una mala nutrición (dietas ricas en carbohidratos refinados, alimentos ultraprocesados, ricos en grasas) implica un mayor riesgo a presentar un malestar mental. Lo cierto es que una nutrición cerebral adecuada mantiene la integridad estructural y funcional de las neuronas ayudando a mantener el equilibrio emocional.


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