Ricardo Sánchez Serra
A puertas del Mundial de Fútbol de Rusia, los países geopolíticamente enemigos del Kremlim se han dedicado a tratar de boicotear el certamen deportivo erosionando la imagen de Moscú.
El envenenamiento del exagente doble de inteligencia ruso Serguéi Skripal por el elemento tóxico Novichok, en Salisbury, fue aprovechado por la primer ministro británica Theresa May, quien acusó sin pruebas a Rusia de estar detrás del hecho, porque al expresar que era «muy probable que Rusia fuera responsable», no presentar pruebas –reitero- y no ser contundente en su afirmación, no es serio ni creíble lo que manifiesta.
Gran Bretaña, además, violó la Convención sobre la prohibición de las armas químicas y el protocolo que señala que debe compartir muestras de la sustancia química a Rusia, cosa que no ha hecho, por lo que algo se debe estar ocultando.
Autoridades británicas habían planteado que Inglaterra no participaría en el Mundial, lo que evidencia el verdadero objetivo propagandístico de enlodar a Moscú y luego decidieron que expulsarían a diplomáticos rusos y que los dirigentes británicos y la familia real no asistirían a la capital rusa.
En “solidaridad” con Gran Bretaña ya una veintena de países occidentales va expulsando a más de 120 diplomáticos rusos, mientras que más de una centena de países creen que Londres debe mostrar pruebas de la participación rusa en el caso Skripal.
Analistas internacionales señalan que la expulsión de los diplomáticos rusos es también una represalia por la intervención rusa en Crimea y en Siria, que recién sale a relucir.
Parece que a algunas naciones les duele que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, haya declarado que el Mundial de Rusia “será el mejor de toda la historia” y que por eso tratan de desprestigiar al país anfitrión.
¿Quién es Skripal?
Skripal fue un agente ruso que fue arrestado en el año 2004 por trabajar para los servicios secretos británicos. Fue condenado a 13 años de cárcel, pero luego fue indultado por el entonces presidente Dmitri Medvédev.
La escalada de expulsiones de diplomáticos rusos, hace recordar la “gimnasia” de expulsar a diplomáticos norteamericanos en América Latina hace algunos años.
Los diplomáticos se han convertido en “chivos expiatorios” de decisiones de protesta, una excusa, injusta por cierto, en hechos de los que no tienen responsabilidad alguna y que incluso suceden a miles de kilómetros.
Fue execrable que el canciller británico Boris Johnson compare al Mundial de Rusia 2018 con los Juegos Olímpicos de 1936 en la Alemania nazi, a raíz del caso Skripal. Moscú calificó la comparación de «absolutamente repugnante», «ofensiva» e «inadmisible».
Coincidimos con el canciller ruso Serguéi Lavrov quien calificó de propaganda contra su país las acusaciones de May. Él señaló que “no son serias, es pura propaganda y una escalada de histeria.