Se trata del peor crimen antisemita en Estados Unidos
El hombre armado que irrumpió en una sinagoga en el corazón de la comunidad judía de Pittsburgh y mató a 11 fieles será condenado a muerte por perpetrar el ataque antisemita más mortífero en la historia de Estados Unidos.
Robert Bowers adoptó creencias supremacistas blancas en línea antes de planificar y llevar a cabo metódicamente la masacre de 2018 en la sinagoga Tree of Life, donde miembros de tres congregaciones se habían reunido para el culto y el estudio del sabbat. Bowers, un camionero de los suburbios de Baldwin, también hirió a dos fieles y a cinco agentes de policía que respondieron.
Los miembros del jurado declararon unánimemente que el ataque de Bowers estaba motivado por su odio a los judíos y que eligió la sinagoga por su ubicación en una de las comunidades judías más grandes e históricas de Estados Unidos para “maximizar la devastación, amplificar el daño de sus crímenes e infundir miedo en las comunidades judías locales, nacionales e internacionales”. También concluyeron que Bowers carecía de remordimientos.
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El mismo jurado federal que condenó a Bowers, de 50 años, por 63 cargos penales, recomendó que se le condenara a muerte por un ataque cuyas repercusiones siguen resonando casi cinco años después. Bowers apenas reaccionó al anuncio de la sentencia, y saludó brevemente a su equipo jurídico y a su familia mientras era conducido fuera de la sala.
La familia de Rose Mallinger, de 97 años, que murió en el atentado, y la de su hija, Andrea Wedner, que resultó herida de bala, dieron las gracias a los miembros del jurado y dijeron que “se ha hecho algo de justicia”.
En un juicio prolongado, el jurado escuchó los detalles escalofriantes del hecho: cómo Bowers recargó su arma al menos dos veces, pasó por encima de los cuerpos ensangrentados de sus víctimas en busca de más gente para matar y apenas se rindió al agotarse sus municiones. En la fase de sentencia, los familiares relataron al jurado las vidas tronchadas —entre ellas la de una mujer de 97 años y las de dos hermanos con discapacidades mentales— y su dolor inconsolable. Los sobrevivientes hablaron de su dolor físico y emocional.