Por Javier Valle Riestra
Al revés -la antihistórica-, nuestra Cancillería ha tenido la temeridad de convocar a Manuel Rosales, mediante una carta bélica titulada “ultimátum”, para emplazarlo y amenazar con su expulsión si volvía a hacer declaraciones a la prensa sobre política interna venezolana. Esas declaraciones no aparecieron en ningún medio local. Es por lo tanto un exceso totalitario.
Pero no es solo el caso de Rosales. Solicité en el hemiciclo que la Cancillería informase al Parlamento respecto a la negativa de otorgar protección en diversos casos de perseguidos con intencionalidad política. Manifesté mi extrañeza por la irresolución de los casos de Nixon Moreno, dirigente estudiantil venezolano; Didalco Bolívar, ex Gobernador del Estado Aragua; Luis Alberto Valle, boliviano, ex Alcalde y ex Gobernador de la Paz, ex Diputado, yerno del presidente Banzer, quien solo solicitaba refugio.
También pesquisé sobre los venezolanos William Prado, Fredy Grangger, Rafael Creazzola, y Oscar Pérez, quienes solicitaron amparo, pero que seguían sin pronunciamiento. Agrego aquí que también deberían explicar por qué rechazaron la petición de asilo de Rubén Darío Barboza, altísimo dirigente del partido Un Nuevo Tiempo que preside Manuel Rosales, principal contrincante de Chávez, como dijimos supra. Incluso, en la Estación de Preguntas del Congreso, Mauricio Mulder, principalísimo líder del APRA, formuló la siguiente pregunta pública en el hemiciclo: “¿Diga usted por qué razones, vulnerando la ley de asilo y refugio, su despacho ha ordenado una política de hostigamiento contra los refugiados de la oposición venezolana, Nixon Moreno, Rodolfo Antonio Barraez Sánchez y el señor Carlos Barboza, a quienes por hacer uso de su irrenunciable libertad de opinión han recibido ilegales amonestaciones y amenazas de expulsión…?”.
Y realmente los perseguidos políticos no eran bien tratados en el Perú. No se les concedía asilo. Tenían una espada de Damocles sobre la cabeza. Incluso, los ya asilados eran hostigados y preferían esconderse o irse.
Existe una línea retaguardista en Relaciones Exteriores. Olvidan lo preceptuado en la Constitución (“El Estado reconoce el asilo político”) y que el propio Alan protagonizó un caso histórico de asilo en Colombia; como lo fue superlativamente Víctor Raúl, cuyo afer termino en el propio Tribunal de La Haya, permaneciendo en la embajada colombiana, desde enero de 1949 hasta abril de 1954, razón por la cual fue denominado por la prensa mundial “Mister Asilo”. El APRA es por excelencia el partido político peruano y latinoamericano que más ha protagonizado casos de asilo.