Un nuevo derrame en la refinería de Amuay expone negligencias operativas, la intervención de técnicos iraníes y los vínculos estratégicos entre Teherán y el régimen de Nicolás Maduro.
El gigante petrolero venezolano PDVSA enfrenta otra crisis tras un derrame significativo de crudo en la refinería de Amuay, en el estado Falcón. Según fuentes locales, el incidente, ocurrido a mediados de mes, se intentó mantener bajo estricta confidencialidad. La solución inicial fue encomendada a técnicos iraníes ya establecidos en la planta, quienes, paradójicamente, habrían estado involucrados en la génesis del problema.
El hermetismo no es nuevo en la gestión del régimen de Nicolás Maduro, especialmente en temas ambientales. Datos de la ONG Clima 21 revelan que, entre julio y septiembre de 2024, se registraron 25 derrames de hidrocarburos en diversas regiones del país, siendo Falcón uno de los estados más afectados. Los pescadores locales, afectados por la contaminación, han denunciado el impacto en su actividad sin obtener respuestas concretas de las autoridades.
En este contexto, la presencia iraní en Venezuela va más allá del sector energético. Hojat Soltani, embajador de Irán en Caracas, coordina una amplia red de cooperación que abarca desde tecnología y defensa hasta el comercio de petróleo. La reciente cumbre entre el ministro de Defensa iraní, Aziz Nasirzadeh, y la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, abordó temas como la «ayuda recíproca» y los riesgos económicos que representan futuros derrames de mayor magnitud.
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Figuras clave como Alex Saab, empresario colombiano vinculado a Maduro, y Jorge Giménez Ochoa, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, también están relacionados con esta trama. Saab, señalado por su rol como intermediario en operaciones financieras del régimen, mantiene lazos estrechos con Teherán, mientras que Giménez, acusado de ser testaferro de altos jerarcas chavistas, sigue bajo escrutinio por presuntos casos de corrupción.
La influencia iraní se consolida mientras el régimen de Maduro enfrenta crecientes críticas internas y externas. Con la investidura presidencial prevista para el 10 de enero, una delegación iraní de alto nivel asistirá a respaldar al mandatario venezolano, simbolizando la alianza estratégica entre ambas naciones.
La crisis ambiental en Amuay, sumada a la preocupación en países vecinos como Colombia y Panamá, evidencia los riesgos de esta colaboración, tanto para el medioambiente como para la estabilidad regional.