Subdirector de La Razón
A estas alturas del partido varios políticos, entre ellos Keiko Fujimori, ya se habrán dado cuenta que la política del “silencio”, como estrategia de comunicación, no sirve, no surte efecto, y ni siquiera su principal referente, Luis Castañeda, logra salir airoso.
Solamente basta mirar la última encuesta de Datum, el cual revela que un 69% de encuestados desaprueba la labor del “mudo” como alcalde de Lima, frente a un 25% que lo aprueba y un 6% que no opina.
Hoy vemos que la política del silencio le ha pasado factura a la lideresa de Fuerza Popular, quien desde sus redes sociales le ha metido una cuadrada (esperó más de un mes), al presidente Martín Vizcarra por anuncios populacheros, entre ellos el tema de la no reelección congresal.
Si la hija de Fujimori quiere recuperar terreno perdido y revertir las encuestas, que confirman su descalabro popular, debe olvidarse de la estrategia de esconderse en sus cuarteles de invierno. No hay que olvidar que el que calla otorga, la mejor defensa en estas circunstancias es salir al frente.
En realidad, la propuesta de no reelección congresal, según trascendidos idea del asesor argentino Maximiliano Aguiar, no es gran cosa, el actual Parlamento Nacional tiene sólo un 20 por ciento de legisladores reelectos, es decir la gran mayoría son nuevos, por tanto, no debería haber oposición. Justamente lo que busca el Gobierno es que este tema genere rechazo en la bancada naranja para seguir devaluándolo.
El discurso populachero de Vizcarra también está siendo emulado en la campaña municipal, sólo basta escuchar a un impresentable Ricardo Belmont cuestionar la permanencia en el país de ciudadanos venezolanos, quienes huyen de la miseria y la tiraría de Nicolás Maduro.
Estos tipos de discursos xenófobos se escuchó en la campaña electoral de Donald Trump, quien se pronunció en contra de la inmigración, incluso anunció la construcción de un muro en la frontera con México.
Sin ir muy lejos Madeleine Osterling, candidata fujimorista para la alcaldía de San Isidro, generó polémica al anunciar en campaña municipal del 2014 que, durante una eventual gestión suya, cerrará el colegio Alfonso Ugarte, ubicada en dicho distrito, por que los 1.800 alumnos que alberga esa institución educativa no viven en San Isidro.