Iván Torres La Torre
Lamentablemente tenemos que aceptar que, al encontrarnos en un Estado de derecho, debemos cumplir cabalmente con las disposiciones del ordenamiento jurídico, que en el caso de Morote implica que la prisión prevención preventiva dictada en su contra había cumplido su plazo máximo legal, es decir 36 meses, lo que significa que Morote esté solo a horas de salir en libertad por exceso de prisión preventiva y atendiendo además a que su condena de 25 años ya se había cumplido hace algún tiempo atrás.
Si bien es cierto este terrorista, pues así ha sido sentenciado, ha cumplido la totalidad de su condena, no es menos cierto que tenía graves procesos en giro como el caso “Tarata” y el caso “Perseo” en los cuales la Procuraduría, la Fiscalía y el Poder Judicial pudieron haber actuado de tal manera que esta libertad de Morote no prospere, pues resulta oprobioso para la historia peruana que un terrorista genocida, cabecilla de Sendero Luminoso, ante la burocracia del Estado Peruano recupere su libertad sin merecerla.
Todos recordaremos al inefable Morote y el famoso video de Zorba El Griego, así como también el día de su captura que resultaba un éxito para la policía nacional y la comunidad de inteligencia; imágenes que reflejaban el triunfo militar, policial y cómo no político frente al terrorismo; sin embargo, en pocas horas veremos uno de los momentos más bochornosos para el sistema de justicia peruano, tal es la libertad de Morote a quien todo el país lo repudia, lo recuerda y lo condena en la historia moral de la República.
Este personaje que con su accionar causó numerosas bajas a nuestras gloriosísimas Fuerzas Armadas y Policiales, festejará en pocas horas su libertad descansando plácidamente, mientras que nuestros soldados peruanos y policías están presos, eternamente juzgados, eternamente investigados, muchos murieron en pleno juzgamiento y otros grandes oficiales son adultos mayores sin ninguna asistencia apropiada para ese momento de vida; en conclusión, olvidados, maltratados y sin ningún espacio en la frágil memoria de nuestra historia, solo recibiendo mezquindades y excesos por haber combatido a la lacra terrorista con muchísima dureza y firmeza, pues consideraban que era la única forma de alcanzar la paz nacional.
¿Ironías del destino o cálculos premeditados del propio sistema en que vivimos? Nunca lo sabremos. Solo sabemos que, en nuestros días, la lucha armada pasó a la lucha política y mientras en la lucha armada nos salvaron nuestros soldados y policías, me pregunto ¿quién nos salvará en la lucha política?. Hasta la próxima semana.
(*) Abogado