La niña símbolo narra los sufrimientos que padeció hasta convertirse en una mujer coraje
La noche del 16 de julio de 1992 transcurría con normalidad en el distrito de Miraflores. Gladys observaba a su hijita de solo 5 años jugar entre transeúntes y turistas que colmaban la calle de Tarata todos los días sin mayor preocupación. No sabe en qué momento exacto fue la explosión y tampoco recuerda qué pensó cuando se vio envuelta entre sangre, gritos e histeria.
Vanessa Quiroga, su niña, perdió una pierna por el terrorífico impacto de la explosión. Sin embargo, lo que también perdió fue la seguridad y el valor de sentirse linda y feliz desde aquel día. El tiempo le enseñó que para un alma mutilada, no existen prótesis. Fue así como se convirtió en una víctima más de Sendero Luminoso, grupo terrorista que azotó nuestro país por más de dos décadas.
La niña simbolo de la paz, tuvo que superar no solo el recuerdo del terror que vivio en Tarata, la perdida de su pierna trajo consecuencias que hicieron de su etapa escolar un tormento. Tras el atentado, le ofrecieron una beca completa en el colegio La Reparación en Miraflores, donde ademas de las diferencia sociales y económicas de sus compañeras, tuvo que soportar el bullyng.
Solo aguanto dos años y le pidio a su madre que la cambiaran de colegio. Fueron 7 en total los colegios por los que paso y en ninguno pudo tener una vida escolar normal, pues para sus compañeros ella era la coja. Toda esa experiencia había mermado su autoestima, su amor propio estaba dañado.
Solia cubrirse la protesis con falda larga y medias altas, andar encorvada y con las rodillas dobladas, pues la vida no solo le quito una pierna, sino que también la hizo, para su desgracia, alta.
Un día decidio ponerse una minifalda y al verse en el espejo lloró a mares pensando que así nadie la amaria jamás. Su mamá, mujer de carácter, que nunca la trato como a una discapacitada, le dio ese día una gran lección, cuando la escucho decir entre lagrimas que nadie se fijaría en ella. “Tienes razón- le dijo- nadie te va querer nunca, porque primero tú debes amarte”.
Gladys Carbajal fue la inspiración de Vanesa, fue ella quien la lleno de fuerza, coraje y valor para convertirse en la mujer que es hoy. Con una terapia impuesta, que consistia en mirarse cada día al espejo y decirse “yo me amo” y aprender a ver lo bueno en ella misma, aprendió a valorarse y obtuvo la fortaleza para el cambio.
Al terminar el colegio trabajo para pagar sus estudios, primero inglés, luego administración técnica en CICE, al llegar hasta aquí su madre ya estaba orgullosa de la hija que había formado con esfuerzo, una hija que había logrado convertir el pequeño puesto de accesorios de su madre en Tarata, en un negocio prospero con locales en el centro de Lima. Pero Vanesa no se conformaba aún y quería más, quería ser universitaria y lo logro.
Amor e hijos
Tambien encontro el amor y hoy es mamá de una niña y un bebe en camino. Cumplió sus metas y deseos superando sus miedos, porque como ella dice “la mujer necesita fortalecerse para que su entorno la valore”.
Habiendo logrado tanto, necesitaba retribuir de alguna manera y empezó a ayudar con asesorias a pequeños comerciantes a surgir en sus negocios. En el 2017 Vanesa fue invitada al Congreso de la República para dar su testimonio en el aniversario de la captura de Abimael Guzmán. Lo hizó tan bien que le ofrecieron trabajar en el programa “Terrorismo Nunca Más” del Congreso y sin pensarlo acepto. Ahora ella difunde a los jovenes la parte más oscura de la historia del Perú, creando conciencia y motivando a una cultura de paz y democracia.
Temple de acero
La niña timida y de baja autoestima, se ha ido, gracias al carácter recio y corajudo de una mamá con el temple de acero que saco adelante sola a 3 hijos y que sin contemplaciones paró a su hija lisiada frente a un espejo para que entienda lo bella y valiosa que era, y para que aprenda que en esta vida solo uno mismo puede ayudarse con su fuerza interior.
El terrorismo le quito una pierna, cambio su vida. Su madre la hizo fuerte, la definio, “en realidad mi mamá fue la verdadera protesis en mi vida”.