En una entrevista con La Razón, el actor y director Diego Lombardi nos cuenta sobre su participación en la obra el ‘Monstruo de Armendáriz’.
En 1954, en los últimos años de la dictadura de Odría, dos estudiantes encuentran en la quebrada de Armendáriz, el cadáver de un niño de 3 años. La policía presenta a la población un sospechoso incapaz de defenderse: Jorge Villanueva Torres, quien fue sentenciado a muerte sin ninguna prueba por el asesinato y violación del pequeño Julio Hidalgo Zavala.
Este caso es trasladado a escena por el dramaturgo Malcolm Malca Vargas y para esta adaptación, el actor y director Diego Lombardi interpreta a un juez en la obra el ‘Monstruo de Armendáriz‘ que se presenta en el Centro Cultural de la Universidad del Pacífico desde el pasado 23 de abril, cuyas funciones son los viernes y sábados a las 8:30 p.m. y los domingos a las 7:00 p.m. hasta el 5 de junio.
¿Cómo empezaste en el mundo de la actuación?
Fue de casualidad. Soy ingeniero de Industrias Alimentarias y mi hermana es Administradora de Empresas, en ese momento estábamos estresados con nuestros trabajos y conversamos sobre hacer algo para relajarnos, entonces surgió la posibilidad de actuar. Cuando me paré en un escenario, me di cuenta que era un espacio donde me sentía mucho más cómodo, con libertad y confianza.
A parte de actor, sabemos que también eres director, ¿siempre quisiste dirigir?
Eso fue desde el comienzo, cuando entré al taller de Roberto Ángeles tenía ganas de dirigir, pero a partir de eso, pasaron varios años para poder dirigir una obra que me interesara. Llegó a mis manos una obra norteamericana que se llama ‘Phoenix’ y esa fue la primera obra que dirigí, después otra obra y también el unipersonal de Patricia Portocarrero hace un par de años y estamos pensando volverla a poner.
¿Qué es lo que nunca le debe faltar al actor o actriz en escena?
El actor debe estar siempre presente, escuchando lo que pasa en ese momento, no distraerte con cosas raras, ni pensar si lo está haciendo bien o mal, es estar en el aquí y en el ahora. Para mí es una de las características más importantes que debe tener un actor.
¿Qué es lo que tiene el teatro que no tiene la televisión ni el cine?
Una de las principales cosas para mí es el público. La presencia del público en el teatro hace que se genere una comunión, un contacto, yo entrego y el público regresa. Es diferente de quien esté en escena, cada función va cambiando de acuerdo a ese intercambio, es una gran diferencia que el cine no lo tiene ni la televisión.
¿Qué es lo más positivo y negativo de tu trabajo?
Lo más positivo es que me permite expresar siempre un punto de vista o idea sobre lo que está pasando o la condición humana en general. Es un camino de expresión que puede llegar a cambiar a la gente de alguna manera o a modificar su manera de pensar. Por otro lado, no encuentro algo terriblemente negativo.
Sabemos que ya se estrenó ‘El monstruo de Armendáriz’, ¿qué expectativas tienen de la obra?
Esperamos que sea un regreso importante a las salas, que la gente empiece a asistir un poco más ahora que se está liberando el tema de los aforos. Está obra es muy actual, fuera del caso específico del que se habla, es también lo que ocurre hoy. Lo que pasa con la justicia de nuestro país, el uso político de la justicia, eso tiene la obra y es muy interesante. Su actualidad me parece importante.
¿Nos puedes hablar sobre tu personaje en la obra? ¿Hace cuánto están ensayando?
Estamos ensayando casi 3 meses. Mi personaje es el juez que debe encargarse de impartir justicia de alguna manera. Me ha permitido estar en ese espacio de comunicación y contacto con la gente. Es un personaje que al final de la obra tiene una posición interesante de observar.
¿Por qué la triste suerte del ‘Monstruo de Armendáriz’ se mantiene vigente en el imaginario social?
Se mantiene como que era un violador y asesino del niño. Creo que tiene que ver con lo que habla la obra, hubo un manejo político muy fuerte y de prensa. La necesidad de poner a toda la ciudadanía en ese lugar de la búsqueda sobre a quien odiar para distraer un poco lo que pasaba en ese momento en el Gobierno de Odría. Fue tan fuerte lo de la prensa que fue pasando de una generación a otra.
¿Cuál es el fin supremo de la cultura?
Creo que un fin supremo es un poco complicado porque tiene muchas aristas. De alguna manera creo que tiene que ver con preservar nuestra historia, que no se olviden las cosas. También expresar las características de la condición humana para sentirnos conectados, que somos parte de lo mismo y ser un poco en el teatro, el espejo del otro.
¿Qué otros proyectos tienes para este año?
Estamos evaluando la reposición de ‘Es lo que hay’, el unipersonal de Patricia Portocarrero. También estoy escribiendo una obra de teatro que espero montar pronto, dependiendo de cómo se vayan dando las cosas.
¿Qué le dirías a nuestros lectores para que vayan a ver la obra el ‘Monstruo de Armendáriz’?
En primer lugar, la obra es muy interesante de ver, sonará un poco cliché pero es no olvidar la historia para no repetirla, creo que eso es lo importante de esta obra. Como sin darnos cuenta podemos estar siendo manejados por la política, justicia o prensa. Es esencial tener un punto de vista y la obra nos permite darnos cuenta de eso.