Por Francisco Diez-Canseco Távara
No ha dejado de sorprenderme que, tras el escándalo de Lava Jato y el de los “audios de la vergüenza”, haya habido en las elecciones regionales y municipales un voto significativo por candidatos, partidos y movimientos locales claramente vinculados a la corrupción.
La señal es clara: el peruano mayoritariamente rechaza la corrupción pero, como elector, ha votado por costumbre y desinformación beneficiando a maquinarias electorales corruptas y privilegiando a candidatos mediáticos bien promovidos, sin considerar sus antecedentes, aún en casos de flagrante corrupción.
Es cierto que en nuestro país suele haber una corriente de simpatía por las víctimas políticas: tal vez ello emane de la época en que regímenes dictatoriales perseguían a dirigentes y militantes de partidos democráticos y es por ello que los políticos corruptos se declaran automáticamente sujetos a persecución “política” mientras proclaman su falsa y cínica inocencia a todos los vientos.
Sin embargo, ante tanta evidencia: ¿Cómo es que siguen recibiendo respaldo electoral? Además de los factores expuestos, es necesario considerar que la corrupción sistémica no incluye sólo a los actores directos sino que, como su nombre lo indica, es un sistema en el que hasta existen ONG que supuestamente defienden la ética y en la práctica son organismos de pantalla de visibles inmorales.
Para mantenerse asidos al poder, los protagonistas de la Era de la Corrupción siguen en el Perú toda clase de artimañas que incluyen el manejo de medios y la distribución de plata como cancha en un escenario donde la venalidad es el pan nuestro de cada día frente a un pueblo cuyas necesidades elementales no son cubiertas por un sistema que requiere, más allá de las reformas, un cambio sustancial de actores y, esencialmente, docencia política para que haya decencia en esta depreciada y fundamental actividad.
Ese es el compromiso de Perú Nación: seguir haciendo docencia política para que haya decencia política en nuestra Patria y realizar así la Revolución Pacífica.