FERNANDO CALLE HAYEN
Un día como ayer 1979 se apagó la luz para todos los apristas e invadió un dolor, pensamientos por quien había sido maestro y en muchos casos padre para muchas generaciones apristas y como lo sienten millares de adolescentes, a pesar de no haberlo conocido pero si imbuidos de su doctrina y sueño por la libertad, un Frente de Trabajadores Manuales e Intelectuales, un pueblo continente Indoamericano, por los más pobres, la justicia social; una revolución con pan y libertad, a pesar de lo diezmado que electoralmente –por culpa de quienes todos conocen- se encuentra el Partido Aprista Peruano, que él fundara con jóvenes que lo acompañaron hasta el final en su espacio y tiempo. Estoy seguro que la gente incluso adversaria respetaba no solo sus ritos, emblemas etc., sino también la conducta que tanta falta hace hoy.
El dos de Agosto de 1979, Vitarte Lima, en “Villa Mercedes”–morada del Jefe del aprismo- aparecía ante millares de militantes y prensa, el c. Armando Villanueva del Campo anunciando a la nación y al mundo “Haya ha muerto, Viva Haya”, dolor profundo en los corazones de los pobres, obreros, estudiantes en general y de quienes sin diferencia de edades ni títulos tuvimos la suerte de acompañarlo hasta el último día de su presencia física; los edecanes que lo acompañaron como presidente de la Asamblea Constituyente también lloraban; Víctor Raúl ya era “polvo en viaje hacia las estrellas”.
25 de julio del presente, se rindió homenaje por parte del Congreso de la República a la instalación de la Asamblea Constituyente 1978 -días después sería elegido como su presidente Víctor Raúl Haya de la Torre- 39 años después cobra un significado de trascendencia histórica, por la perseverancia del Jefe del aprismo que desde la fraternidad de 1969 –febrero 22- exigiera al gobierno militar la convocatoria a elecciones para elegir una Asamblea Constituyente, entre otras cosas, para institucionalizar las reformas sociales y políticas que había iniciado el llamado gobierno revolucionario de la fuerza armada, que sin duda tenían que ver con los planteamientos del plan mínimo y otros del aprismo, por los que había dado su vida, prisión, marginación y/o destierro con ilusión juvenil y sufrimiento popular durante décadas en la historia de nuestro país.
Debe llevarnos a pensar sobre los actores a la posteridad de la vida de estos hombres y mujeres; y en el caso de Víctor Raúl no dejar de tener presente que legó un partido político con más del 37% del electorado, locales partidarios en plena actividad en todo el territorio nacional, muchos propios. En el último lugar de nuestro país siempre había un puesto policial, una iglesia católica y un local del partido aprista peruano. Lo más importante de su legado fue sin duda “estar insertados en la conciencia del pueblo” y en la convicción de la honradez e integridad de sus integrantes.
Hoy, quienes más han usufructuado de la sangre, sudor y lágrimas del pueblo aprista, se mantienen en su conducción aunque fueran fantasmas, habiéndolo diezmado al 2% del electorado, locales casi sin actividad y no sé si todavía propios; Lo que es imperdonable es el desprecio del pueblo señalando injustamente a todos como corruptos; por eso, el aprismo en homenaje a todos, exige al gobierno que suscriba el convenio con las Naciones Unidas para que se instale en nuestro país la COMISIÓN INTERNACIONAL CONTRA LA IMPUNIDAD y/o se sancione severa y sumariamente los actos de corrupción. NO A LA IMPUNIDAD.